A lo largo de estos años, nos hemos ido convenciendo de la existencia de una campaña política descomunal para implantar un nuevo orden mundial que sustituya a lo que había en Occidente durante la guerra fría. El cambio de naturaleza política, social y cultural, tiene unos objetivos que no apreciamos en su plenitud pero, conforme se avanza en su implementación, nos permiten ver claramente las costuras, las contradicciones, que asoman; parece ser que la proximidad de la victoria les produce un vértigo que anula la prudencia. ¡Ahora o nunca! Se dicen, y van ciegos a cada vez más velocidad.
En estas circunstancias, ¿qué podemos hacer nosotros que somos víctimas, siervos y cobayas de ese poderoso grupo que ha planificado todo esto, desde hace décadas?
No es posible contar con una solución electoral, o al menos no solamente; ningunas elecciones resolverán nuestros problemas. La democracia, en la que ingentes cantidades de personas no están en condiciones o no quieren saber lo que están decidiendo, no resolverá nada. Parece ser que hay gente y no precisamente críos que se toman en serio lo que sale en las pantallas televisivas o cinematográficas; ese es el material y también vota.
Los miembros de los partidos están cada vez menos conectados a la sociedad; existe una especie de endogamia, con personal que entra en las juventudes o en las fundaciones y sale con cargo a presupuesto; y todo esto sin ápice de mérito o patriotismo, sólo como medio de hacer carrera. Una clase política así estará pendiente de sus ascensos y se dejará presionar por poderes financieros, empresariales y políticos supranacionales.
Nuestra defensa debe ser en el terreno de la sociedad civil; cada cual con su nivel de compromiso y poder. Siempre dentro de la ley justa, siempre de acuerdo a los principios generales del derecho, actuando como lo hicieron los camioneros canadienses o fineses; oponernos a todas las medidas, intentando escapar de la represión pero sacando a la luz las costuras del sistema, una y otra vez, aunando a cada día más personas.
Preparémonos para distinguir las medidas destinadas a implantar la agenda globalista; aprender y razonar, ya que estamos en guerra, una guerra contra el pueblo.
Hay que concienciarse que, o ganamos nosotros, o "vae victis".
https://www.libertaddigital.com/opinion/amando-de-miguel/hay-que-debelar-el-poder-6935718/