Decía Max Weber que las formas de jerarquización de las sociedades humanas podrían reducirse a tres, las cuales a su vez se podían traducir entre ellas, éstas son a saber: el dinero, el poder y el prestigio.
El dinero aparece como la forma de jerarquización propia de la economía, la contabilidad de las diferentes empresas ya sean públicas o privadas, ya busquen el beneficio u otro resultado es siempre en unidades monetarias.
La forma política de jerarquización es el poder, es decir la "potestas", el objetivo es precisamente que no se hunda el mundo, en ese sentido Weber contrapone al moralista de "hágase justicia y que se hunda el mundo" el político.
El tercer nivel es el prestigio la "auctoritas" es la forma de reconocer la jerarquización de autoridades religiosas, científicas o humanitarias.
El político tiene unas posibilidades de actuación y unos derechos exorbitantes, lo que tiene que pagar a través de ciertas servidumbres, en absoluto estoy diciendo que deba exponerse a agresiones físicas o vejaciones, sino que debe admitir la crítica pública en las concentraciones legales de gente, tal y como ocurrió en el desfile del 12 de octubre.
Si el acoso a particulares, que no gozan de escolta ni poder alguno, es coerción ilegal, el político debe dejar de pensar que su potestas le otorga auctoritas.
Ya es excesiva, en nuestro país, la protección y encapsulamiento de los partidos políticos, presente en nuestra Constitución, en nuestra Ley electoral y en el resto del ordenamiento jurídico.
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