Al igual que en Bélgica y en Escocia es ahora en el Canadá donde se ha producido la victoria de un partido independentista: el Partido Québécois.
En Europa, a partir de la II Guerra Mundial y de la división del mundo en dos bloques, no se había producido movimiento alguno en este sentido. Sólo la descolonización propiciada por la ONU había causado quiebra de soberanías, siendo las políticas neocoloniales de control de mercados las preferidas por las antiguas potencias coloniales. Pero la caída del muro da vida a un nuevo orden mundial; el triunfo de USA y la OTAN parece que ha abierto la caja de Pandora. Lo que surge en este momento es una globalización económica, informativa y política en la que parece que sobran los Estados-nación históricos surgidos de la Modernidad como economías de escala.
La crisis del Estado-nación no se compadece con la hipermultiplicación de los mininacionalismos. Con la seguridad del mantenimiento de los mercados cautivos, garantizada por la superpolicía del mundo (USAF y OTAN), todos quieren tener su parcela para mafiosear y oprimir a las minorías y a los individuos, todos quieren tener su pequeño campanario, sus selecciones deportivas, sus idiomas ultraminoritarios y obligatorios. Las fuerzas financieras y empresariales que dirigen el mundo global se las entienden mejor con estos débiles Estados y a sus poblaciones, acuciadas por la crisis y asustadas ante el futuro, nadie las tiene en cuenta.
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