Cuando vemos la actualidad de este gran país que es España, vemos la recurrente manía de los españoles en minimizar los éxitos y magnificar los defectos. No se quiere entender que no somos distintos a los países de nuestro tamaño y entorno, salvo en esa especie de constante autoconmiseración. En otros tiempos solíamos confundir las críticas de los especialistas en alguna materia, que cumplían con su deber patriótico al denunciar nuestras carencias, con una especie de enmienda a la totalidad de nuestro país e historia.
Sin embargo, no es sólo que podamos estar orgullosos de nuestras glorias político militares del pasado, del saber moderno en España como en la Escuela de Salamanca o incluso de la destacada presencia de nuestros artistas en todas las artes, es que podemos estar orgullosos de nuestra aportación a lo contemporáneo tanto de la Edad de Plata de nuestra ciencia con Santiago Ramón y Cajal como de la literatura de ese siglo perverso que fue el siglo XX.
Realidades como la Junta de Ampliación de Estudios se compadecen hoy con la actuación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas a pesar de la difícil actividad investigadora de nuestras empresas privadas. Las denuncias justas del sabio hispano norteamericano Severo Ochoa hoy serían un poco más injustas cuando vemos por ejemplo que la investigación española en matemáticas ocupaba en 2006 el sexto puesto, según los artículos publicados en las revistas del ramo.
La colaboración entre las universidades de Madrid, País Vasco y Barcelona de cara a la inteligencia artificial, en colaboración con la empresa privada puntera española Panda Software, tiene que ver con la elevada nota que se exige a nuestros estudiantes para cursar las carreras de Informática, Ciencia matemática y Física; y también con la planificación del libro blanco de la educación superior y la investigación en época del ministro Javier Solana.
En el terreno deportivo tres cuartos de lo mismo, un país en el que la actividad física lúdica, fuera de los juegos más o menos tradicionales, sólo destacaba en aquellos deportes espectáculo fuertemente profesionalizados, a partir del Plan ADO, desarrollado por Carlos Ferrer Salat, de colaboración de la industria y el deporte, se ha colocado en lo más alto del podio mundial, sólo por debajo de las grandes potencias.
Quizá en este momento la gran revolución que tenemos que hacer los españoles sea la revolución cultural y dentro de ella la de la educación primaria y secundaria, quiero decir previa a la universidad, ya lo hemos hecho varias veces, ya sea con la Institución Libre de Enseñanza o con el bachillerato Sainz Rodríguez.
Este país ha hecho a lo largo de su historia muchos "milagros": económicos, políticos, científicos, deportivos y militares tenemos que sacar a España de la crisis y arreglar la institucionalización del Estado o iremos directamente a un grave conflicto. Hay que ser optimistas y trabajar, si no haremos un viaje, hacia atrás, en el tiempo.
Sin embargo, no es sólo que podamos estar orgullosos de nuestras glorias político militares del pasado, del saber moderno en España como en la Escuela de Salamanca o incluso de la destacada presencia de nuestros artistas en todas las artes, es que podemos estar orgullosos de nuestra aportación a lo contemporáneo tanto de la Edad de Plata de nuestra ciencia con Santiago Ramón y Cajal como de la literatura de ese siglo perverso que fue el siglo XX.
Realidades como la Junta de Ampliación de Estudios se compadecen hoy con la actuación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas a pesar de la difícil actividad investigadora de nuestras empresas privadas. Las denuncias justas del sabio hispano norteamericano Severo Ochoa hoy serían un poco más injustas cuando vemos por ejemplo que la investigación española en matemáticas ocupaba en 2006 el sexto puesto, según los artículos publicados en las revistas del ramo.
La colaboración entre las universidades de Madrid, País Vasco y Barcelona de cara a la inteligencia artificial, en colaboración con la empresa privada puntera española Panda Software, tiene que ver con la elevada nota que se exige a nuestros estudiantes para cursar las carreras de Informática, Ciencia matemática y Física; y también con la planificación del libro blanco de la educación superior y la investigación en época del ministro Javier Solana.
En el terreno deportivo tres cuartos de lo mismo, un país en el que la actividad física lúdica, fuera de los juegos más o menos tradicionales, sólo destacaba en aquellos deportes espectáculo fuertemente profesionalizados, a partir del Plan ADO, desarrollado por Carlos Ferrer Salat, de colaboración de la industria y el deporte, se ha colocado en lo más alto del podio mundial, sólo por debajo de las grandes potencias.
Quizá en este momento la gran revolución que tenemos que hacer los españoles sea la revolución cultural y dentro de ella la de la educación primaria y secundaria, quiero decir previa a la universidad, ya lo hemos hecho varias veces, ya sea con la Institución Libre de Enseñanza o con el bachillerato Sainz Rodríguez.
Este país ha hecho a lo largo de su historia muchos "milagros": económicos, políticos, científicos, deportivos y militares tenemos que sacar a España de la crisis y arreglar la institucionalización del Estado o iremos directamente a un grave conflicto. Hay que ser optimistas y trabajar, si no haremos un viaje, hacia atrás, en el tiempo.
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