Parece que este año, esta vez sí, definitivamente la situación política de España, en cuanto a su representación electiva, va a cambiar. Son cuatro elecciones fundamentales: las andaluzas, las autonómicas y municipales, las catalanas y las generales.
El día 22 de marzo se celebraron las andaluzas y es tiempo de hacer análisis de los resultados.
Andalucía se ha convertido en un régimen clientelar parecido al Méjico del PRI; la última oportunidad para desbancarlo, siguiendo la oleada de 2011, no lo consiguió; el PSOE pierde 125.000 votos pero mantiene su posición. El PP pierde 17 escaños y 500.000 votos; ahí no hay voto cautivo en cantidad suficiente. El PP ha actuado contra su programa y, lo que es peor, contra los intereses de sus votantes. Curiosamente ha bajado la abstención punto y medio lo que se compensa con la subida del voto nulo o en blanco; creo, sin embargo, que la abstención ha cambiado algo de componentes (antes votantes del PSOE, ahora del PP). Los votos del PP se van también a Ciudadanos y a extraparlamentarios y aparece PODEMOS con 15 escaños, un partido dirigido por radical-comunistas disfrazados de populistas. IU baja de 12 a 5 escaños comida en parte por PODEMOS a donde sin duda han ido votantes perdidos por el PSOE.
El voto protesta a formado poso y ha dado paso a un grupo que une las amistades peligrosas, el componente antisistema y diversas corruptelas (incluida financiación ilegal), ya veremos en qué queda el sufflé. Ciudadanos, con una imagen fresca, elimina del mapa a UPD y se come algo del PP pero, como hemos visto con UPD, la ley electoral española y la circunscripción provincial fuerzan el bipartidismo; éste se llevó por delante opciones nacionales, como el PCE o el CDS de Suárez, y opciones regionales como el PAR. Veremos que pasa con el PP quien debería aprender de su pasado, AP ganó sólo porque se hundió UCD. Definitivamente pierde el PP pero el sistema gana el round por los puntos.