Fue ministro de educación en el primer gobierno de Felipe González en aquel lejano 1982. Hombre de izquierdas, catedrático, sociólogo e intelectual está ahora retirado de cualquier actividad profesional pero es un atento observador de nuestra triste realidad.
Este texto es parte de una entrevista en el periódico "El Mundo":
No me gustan los plebiscitos y no me gustan las primarias.
Son un mecanismo de manipulación muy grande. Las aprobó mi amigo Almunia y el
resultado, que era inevitable, fue que ganó Borrell. Si tú creas un mecanismo
adicional que es un plebiscito, el Congreso del partido se encuentra con un
candidato apoyado por las bases, porque parece majo y los militantes le votan.
¿Qué hace el Congreso federal entonces? Lo ratifica porque no tiene más
remedio.
Hay políticos que se enganchan a la democracia directa y después
suceden cosas como el Brexit. Las
primarias pueden tener sentido en sistemas presidencialistas, pero no en
sistemas parlamentarios. Se ignora lo que sabemos desde hace siglos, que en
sociedades grandes y complejas, con intereses muy heterogéneos, la única
democracia posible es la democracia representativa y que la democracia directa
es una manipulación. La democracia no es sólo el origen del poder, es también
poner límites al ejercicio del poder y si eliminas los organismos intermedios,
dejas demasiado espacio para el abuso del poder.