El proceso, estancado tras las últimas elecciones del 155, sigue en bucle; no se puede hacer nada debido a dos inacciones. El Gobierno de España, encerrado con el mantra de que la economía es todo, parece un muñeco del pin, pan, pun viendo como las cosas pasan a su alrededor y en Cataluña los nacionalistas, que cometieron el error de fallar en una investidura, ven con pavor el paso del tiempo hacia unas nuevas elecciones. He aquí un texto clarificador del periódico El Mundo del día 5 de mayo.
El separatismo se resiste a salir del bucle melancólico del que vive, a costa de la estabilidad política de todos los catalanes. Cuando parecía que Elsa Artadi sería designada candidata a la investidura, el presidente del Parlament quiso dar una penúltima vuelta de tuerca al vodevil impulsando una reforma de la Ley de Presidencia que admitiese la investidura telemática de Puigdemont. Roger Torrent, quien con la habitual cobardía calculó al milímetro el paso legislativo para no incurrir en delito, sabía que ese gesto de enésimo vasallaje al prófugo de Berlín no tendría efecto alguno, pues el Gobierno recurriría esa reforma fraudulenta ante el Constitucional y quedaría inmediatamente suspendida; pero todo en la política separatista se repite como farsa, mero circo para alimentar a su público en espera del último momento en que abracen la realidad, o sea la ley, antes que forzar otras elecciones.
El separatismo se resiste a salir del bucle melancólico del que vive, a costa de la estabilidad política de todos los catalanes. Cuando parecía que Elsa Artadi sería designada candidata a la investidura, el presidente del Parlament quiso dar una penúltima vuelta de tuerca al vodevil impulsando una reforma de la Ley de Presidencia que admitiese la investidura telemática de Puigdemont. Roger Torrent, quien con la habitual cobardía calculó al milímetro el paso legislativo para no incurrir en delito, sabía que ese gesto de enésimo vasallaje al prófugo de Berlín no tendría efecto alguno, pues el Gobierno recurriría esa reforma fraudulenta ante el Constitucional y quedaría inmediatamente suspendida; pero todo en la política separatista se repite como farsa, mero circo para alimentar a su público en espera del último momento en que abracen la realidad, o sea la ley, antes que forzar otras elecciones.
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