En plena crisis del coronavirus, quizá se nos ha pasado comentar con más detenimiento sobre las figuras de Li Wenliang y Ai Fen. Se trata de dos héroes quienes, junto a otros menos conocídos y medios chinos independientes, pusieron sobre aviso al mundo de la pandemia grave. Su ética les obligaba a avisarnos a pesar de las represalias de la dictadura.
Sirvan estos artículos de diversas publicaciones para recordar al doctor fallecido y a la doctora detenida, y en paradero desconocido; forman parte de grupos cristianos y disidentes con gran valor que se enfrentan a la muerte, y aquí unas simples multas nos disuaden de protestar por nuestra pérdida de derechos.
Mientras exista gente como los médicos chinos, hay esperanza.
Mientras exista gente como los médicos chinos, hay esperanza.
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