La pretensión de contar historias con imágenes viene de muy atrás; la encontramos en pinturas rupestres y jeroglíficos, y más modernamente en pinturas que reúnen escenas varias. El Bosco o Bruegel, y también en la Edad Media se contaban historias con imágenes en las marginalia, siendo los retablos ejemplos de lo dicho. Desde luego la fotonovela ha venido a competir con el comic en alguna ocasión. De esta forma el comic como tal tiene un origen ancestral y sin embargo, o contradicción, es consecuencia del cine, un intento de trasvasar el cine a la literatura. Las historietas pueden ser para adultos, El Vívora, o infantiles; pueden ser americanas, franco-belgas o japonesas; homorísticas, como la revista El Jueves, o serias.
Antiguamente, cuando no existía la fotografía, en los periódicos ilustraban las noticias con dibujos y ése debe ser el origen del TBO moderno. Han propuesto considerarlo como el noveno arte, aunque en realidad sea anterior a aquellas disciplinas a las que habitualmente se les atribuyen las condiciones de octavo (fotografía, de 1825) y séptimo (cine, de 1886). Seguramente, sean este último medio y la literatura los que más le hayan influido, pero no hay que olvidar tampoco que "su particular estética ha salido de las viñetas para alcanzar a la publicidad, el diseño, la moda y, no digamos, el cine".
En The Yellow Kid (1894) de Outcault, los pequeños gags episódicos de una viñeta se fragmentaron en tiras auto-conclusivas, siendo su protagonista quien garantizaba la continuidad. A causa de ello, los editores intentaban robarse mutuamente estos personajes hasta que los tribunales sentenciaron que una serie y sus protagonistas debían cambiar de título si cambiaban de periódico. En 1914 William Randolph Hearst fundó la primera agencia de distribución de tiras o syndicate: el Kings Feature Syndicate.
Ese año, la editorial King Features Syndicate contrató como ilustrador a Alex Raymond para que dibujase dos series dominicales: Flash Gordon y Jungle Jim, y una diaria: Secret Agent X-9 (con guiones del escritor Dashiell Hammett). Tanto Raymond como el Harold Foster de Tarzán (1929) y Príncipe Valiente (1937) definirían la nueva estética de las tiras de aventuras: pictorialista, magistral y minuciosa; elegante y, sobre todo, atmosférica. Se recuperó, por tanto, el valor seguro del realismo en detrimento del grafismo más vanguardista de los años veinte.
No es posible olvidar a la editorial Marvel, en Estados Unidos, especializada en súper héroes y en España a la ya extinta editorial Bruguera.
Antiguamente, cuando no existía la fotografía, en los periódicos ilustraban las noticias con dibujos y ése debe ser el origen del TBO moderno. Han propuesto considerarlo como el noveno arte, aunque en realidad sea anterior a aquellas disciplinas a las que habitualmente se les atribuyen las condiciones de octavo (fotografía, de 1825) y séptimo (cine, de 1886). Seguramente, sean este último medio y la literatura los que más le hayan influido, pero no hay que olvidar tampoco que "su particular estética ha salido de las viñetas para alcanzar a la publicidad, el diseño, la moda y, no digamos, el cine".
En The Yellow Kid (1894) de Outcault, los pequeños gags episódicos de una viñeta se fragmentaron en tiras auto-conclusivas, siendo su protagonista quien garantizaba la continuidad. A causa de ello, los editores intentaban robarse mutuamente estos personajes hasta que los tribunales sentenciaron que una serie y sus protagonistas debían cambiar de título si cambiaban de periódico. En 1914 William Randolph Hearst fundó la primera agencia de distribución de tiras o syndicate: el Kings Feature Syndicate.
Ese año, la editorial King Features Syndicate contrató como ilustrador a Alex Raymond para que dibujase dos series dominicales: Flash Gordon y Jungle Jim, y una diaria: Secret Agent X-9 (con guiones del escritor Dashiell Hammett). Tanto Raymond como el Harold Foster de Tarzán (1929) y Príncipe Valiente (1937) definirían la nueva estética de las tiras de aventuras: pictorialista, magistral y minuciosa; elegante y, sobre todo, atmosférica. Se recuperó, por tanto, el valor seguro del realismo en detrimento del grafismo más vanguardista de los años veinte.
No es posible olvidar a la editorial Marvel, en Estados Unidos, especializada en súper héroes y en España a la ya extinta editorial Bruguera.