Una de las características del "caso español" es la existencia de un centro político, y de servicios, y de dos grandes ciudades industriales separadas de él; me refiero a Madrid, Barcelona y Bilbao. En este caso me ceñiré a Barcelona por tener una entidad e independencia mayor en relación con la estructura económica nacional.
La dualidad entre Madrid y Barcelona se reconduce en rivalidad en la que se enmarcan también diferencias culturales y la debilidad histórica del centro frente a la periferia en España, tras la muerte de Fernando VII.
Los industriales catalanes han tratado siempre de condicionar y presionar al gobierno central utilizando el catalanismo; unas veces para potenciar el proteccionismo económico, otras para favorecer la defensa de las colonias y otras para aumentar la represión frente a los trabajadores industriales díscolos.
Pero he aquí que tras la venta de los activos (más bien pasivos) industriales a las multinacionales europeas (y mundialistas) y con el final del proteccionismo aduanero, los catalanistas se han quedado sin trabajo, ya no serán el mascarón de proa de los intereses capitalistas; por esto, CiU nunca desempeñó el papel exacto de la Lliga Regionalista y por esto, ha tenido que encontrar otra forma de alimentar la economía de sus bases... finalmente el 3%.
Pero la crisis económica pone en riesgo la continuidad de la influencia de CiU y, con mayor o menor aquiescencia y agresividad, jueces y fiscales comienzan a acosar a los prohombres convergentes. El independentismo, como expresión del nacionalismo moderado, es un intento desesperado para mantener el poder, los privilegios y huir de la sombra de los barrotes. Los cálculos de Mas no han funcionado; ni la troika, ni Escocia, ni la situación internacional han facilitado la propaganda necesaria y la huida hacia delante le ha dejado en el vacío.
Los antisistema de la CUP están gozando de su minuto de gloria y ERC tiene prisa por sustituir a CiU como representante del catalanismo. Ésta es la explicación de la deriva grotesca del proceso catalán; pero es peligroso jugar con fuego ante los nubarrones que se avecinan.
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