El pueblo de Colombia, al menos el 30% que ha votado, ha dicho no al acuerdo de paz con la guerrilla. Tenemos que ser conscientes de que en Colombia no había una guerra sino un grupo insurgente, terrorista y narcotraficante. El acuerdo de paz era la entrada por la puerta de atras de una nueva constitución, de un país dentro de el país y a la postre del fin de la República de Colombia. Todos los poderes del mundo desde la prensa USA al presidente Obama, de la UE al Papa; toda la prensa internacional no ha podido convencer a los colombianos... por algo será.
He aquí algunos artículos sobre el problema.
Colombia
después del plebiscito de paz
Contrariamente a la opinión generalizada de que el
presidente colombiano, Juan Manuel Santos, fue el gran perdedor del referendo
en el que una mayoría votó en contra de su acuerdo de paz con la guerrilla, los
principales perdedores del plebiscito fueron las FARC y sus aliados en Cuba y
Venezuela.
Es cierto que Santos sufrió una derrota inesperada.
Todas las encuestas habían pronosticado que su acuerdo con las FARC sería
aprobado por una abrumadora mayoría. Pero el revés en las urnas del acuerdo de
paz de 297 páginas ha dejado a los comandantes de la FARC más aislados que
nunca, y con un futuro más que incierto.
Según el acuerdo de paz, los miembros de las FARC
acusados de crímenes de guerra habrían recibido condenas en gran parte
simbólicas –haciendo trabajo comunitario en áreas restringidas, en lugar de ir
a la cárcel– y habrían recibido automáticamente 10 bancas en el Congreso.
Además, muchas de las aproximadamente 7.000 tropas
desmovilizadas de las FARC habrían recibido una ayuda económica para
reinsertarse en la vida civil.
Muchos colombianos votaron por el “No” por sentir que
Santos había hecho demasiadas concesiones a las FARC, y que su acuerdo sería
difícil de implementar.
¿Qué va a pasar ahora? Entre los escenarios posibles:
- El escenario más optimista: una renegociación
exitosa de los acuerdos, con aportes del expresidente Álvaro Uribe –el líder
del movimiento en contra de los acuerdos de paz firmados por Santos– que lleve
a un nuevo acuerdo con las FARC. Pero los líderes de las FARC dicen que nunca
aceptarán las penas de cárcel que exige Uribe, o hacer otras concesiones
importantes más allá de las que ya hicieron.
–La tregua indefinida: Santos y las FARC pueden
renovar indefinidamente su alto el fuego mientras negocian un nuevo acuerdo de
paz. Sin embargo, expertos militares advierten que las FARC volverían a sus
actividades de narcotráfico y secuestro para poder sostenerse financieramente,
y eso llevaría tarde o temprano a nuevos choques con el ejército y a una
escalada del conflicto.
–La vuelta a la guerra: Los comandantes de las FARC
podrían rechazar una nueva oferta de paz del Gobierno y volver a la
clandestinidad. Sin embargo, aunque las FARC pueden seguir viviendo de
actividades ilícitas, podrían quedarse pronto sin apoyo internacional o refugio
en países vecinos. Los gobiernos de Venezuela y Ecuador están en jaque, y el de
Cuba sigue estrechando lazos con Washington en busca de un salvavidas para su
economía.
–El escenario de una lenta desintegración de las FARC.
Un artículo publicado por el profesor de la Escuela Superior de Guerra del
Ejército de Estados Unidos Evan Ellis y el experto en seguridad colombiano
Román D. Ortiz en el sitio web de la escuela Superior de Guerra del Ejército de
EE.UU. sugiere que muchos rebeldes de las FARC abandonarán esa organización.
“El rechazo de los acuerdos hará que las FARC sean aún menos viables como una organización unida”, dicen. Agregan que mientras que el liderazgo de las FARC seguirá negociando la paz, “la nueva incertidumbre hará que muchos miembros de mediano rango del grupo guerrillero no quieran asumir el riesgo de participar en el proceso de desmovilización, prefiriendo una existencia fuera de la ley, y vivir de actividades ilícitas”.
Mi opinión: Los comandantes de las FARC están ahora
frente a la posibilidad de que un gobierno de centro-derecha cercano a Uribe
gane las elecciones del 2018, y que el próximo gobierno exija a Cuba, Venezuela
y Ecuador que les niegue refugio, o los extradite. Y no pueden estar muy
seguros de que sus tradicionales aliados en esos tres países sigan en el poder
por mucho tiempo.
Nada de esto significará el final de la violencia en
Colombia. Pero no podemos descartar que uno de los resultados de referéndum sea
–como lo sugieren Ellis y Ortiz– una desintegración en cámara lenta de las
FARC, y que sus miembros se unan a bandas criminales más pequeñas. Si eso sería
bueno o malo para el país es algo que habría que estudiar más a fondo.
ABC
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