SANTIAGO FONTELA
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La Gran Sustitución en
Europa.
Renaud Camus es un escritor
y poeta francés. Autor prolífico y de gran cultura, fue una de las voces más
escuchadas de la comunidad homosexual en los años 80/90. Políticamente situado
en las cercanías del Frente Nacional, lleva desde años una lucha contra viento
y marea contra la inmigración masiva, fenómeno calificado por él de invasión y
colonización. Es el autor de la expresión ya consagrada de “la Gran Sustitución
(“Le Grand Remplacement”, título de una de sus obras) para designar el proceso
de sustitución del pueblo francés (y del conjunto de la población europea) por
pueblos extranjeros y el cambio de civilización que se derivará de ello. Ha
sido llevado en varias ocasiones antes los tribunales acusado de “incitación al
odio racial” y a la “discriminación” contra distintos colectivos étnicos y
raciales.
Renaud Camus sigue no
obstante alertando a sus compatriotas sobre la continua inmigración masiva y
los peligros que esta situación conlleva. El 11 de septiembre de 2013 lanzó un
llamamiento con el nombre de “No al Cambio de Pueblo y de Civilización” (NCPC),
definido como un frente de rechazo, el movimiento de todos los que dicen NO a
la “Gran Sustitución”. Esa “Gran Sustitución” es presentada como “la más grave
crisis de nuestra historia y el problema más severo que debemos enfrentar hoy”.
Entrevista a Renaud Camus
Pregunta: ¿Qué le motiva a
dedicar tiempo y esfuerzo a la tarea que lleva a cabo?
Renaud Camus: Nos desespera
constatar que el fenómeno que de lejos nos parece el más importante de nuestra
época, el que perdurará en la Historia como el más decisivo, el cambio de
pueblo y necesariamente de civilización, la transformación radical del paisaje
demográfico, cultural, y físico de nuestro país y de todo el continente
europeo, se lleva a cabo en el más completo silencio político sin que los
pueblos autóctonos hayan sido nunca consultados, y sin que esta cuestión mayor,
capital, al lado de la cual las demás, aun las más graves y más dolorosas, son
secundarias, haya sido nunca planteada.
P: ¿Puede explicar a
nuestros lectores qué es lo que usted llama la “Gran Sustitución”
R. C: Es muy sencillo. Había
un país, había un pueblo, y en el espacio de una generación, en este mismo
territorio ya había otros pueblos, con sus propias culturas, sus propias
civilizaciones, sus propias religiones, sus propios idiomas y sus propios
conceptos acerca del trabajo, la vida cívica, las leyes, la vida pública, la
vida privada, las relaciones de vecindad, el territorio… Es un concepto muy
bajo y muy humillante de lo que es el hombre, de lo que son los pueblos, el
pensar que con otros hombres, con otras mujeres, con otros pueblos, con otras
religiones, con otras culturas, se puede seguir teniendo la misma historia, la
misma nación, la misma Europa. Luchamos contra ese concepto del “hombre
intercambiable, el “hombre reemplazable”, atontado por la enseñanza del olvido
y por la cretinización masiva, que se puede mover de un sitio a otro como un
mueble, que promueven los intereses de la finanza internacional y las
exigencias del poblado universal
P: ¿Cómo llevar a cabo una
“reemigración” (inversión de los flujos migratorios) de manera humana?
R. C: Sin duda no imitando
la brutalidad de Argelia cuando estimó (y el mundo entero no se opuso a ello)
que con un 10% de población extranjera a sus tradiciones (los llamados
Pieds-Noirs, los franceses de Argelia) no sería verdaderamente independiente. Y
esas minorías europeas, francesas o españolas, cristianas o judías, las echó al
mar, con la violencia que sabemos: “la maleta o el ataúd” (fórmula con que los
independentistas argelinos aterrorizaban a los europeos). Y no hablemos de los
harkis masacrados (los musulmanes que habían elegido el campo francés). No nada
de eso, bien al contrario. Pero tenemos la intención de tomarle la palabra a
los que reniegan continuamente de su nacionalidad francesa, proclamando bien
alto que no significa nada para ellos, y que desfilan a la menor ocasión bajo
las banderas argelinas o marroquíes, rompiendo todo a su paso, y devolverlos a
su verdadera patria. También hay que proceder a la expulsión de todos los que
cometan delitos en nuestro país. Por otra parte las incitaciones financieras al
retorno hacia los países de origen son perfectamente concebibles: costarán
siempre menos que la propia inmigración.
P: ¿En qué difiere su
discurso del que tiene el Frente Nacional?
R. C: Europa se enfrenta a
una verdadera conquista, una colonización que no quiere confesar su nombre.
Europa no es nuestro adversario. Debemos defender una unión con los demás
pueblos europeos que deben despertar de su letargo, debemos volver a la
historia, a una idea de Europa como actor de su historia, basada en una de las
más altas civilizaciones que la tierra ha conocido. Personalmente me siento tan
europeo como francés.
El Frente Nacional está
obligado a tomar acta del cambio de pueblo y resistir la tentación de
considerar la Gran Sustitución como un hecho cerrado, irreversible. El tema de
la invasión y colonización de Francia debe constituir el núcleo de su programa
político. Mientras así sea, apoyaré al Frente Nacional en su lucha para el
renacer de Francia.
Llamamiento a la resistencia
frente a la invasión musulmana de Europa
«Mi amor para todos los que
dicen NO, todos los que se levantan contra el cambio de pueblo y de
civilización, todos los que rechazan la conquista y la colonización de Europa,
así como la anunciaron, cada cual por su lado, Houari Boumédiène y Vladimir
Putin, sin olvidar esos otros visionarios que fueron Enoch Powell y Jean
Raspail.
Hoy una gran esperanza se
levanta en el este, se llama Pegida, y tenemos con nosotros a una embajadora
que saludamos como la mensajera de la primavera de los pueblos: Melanie
Dittmer.
Siempre he pensado que el
problema que se nos plantea, y que es el más grave que podamos tener (ya que se
trata de la misma existencia y supervivencia de nuestra civilización) sólo
puede tener una solución europea, dentro de la unión de todas las naciones y
todas las culturas de tradición celta, greco-latina, cristiana por supuesto y
también librepensadora.
Europa está colonizada, y lo
está mucho más gravemente, mucho más irremediablemente, si no hacemos nada, que
lo que ella misma colonizó en su día.
Pero vamos a combatir, lo
estamos haciendo ya. La lucha anticolonialista ya ha comenzado, en el camino de
Pegida. Un Frente de Liberación Nacional, sección francesa de la Internacional
Pegidista, ha comenzado la resistencia. Si queréis ayudarla, ofrecedle vuestras
competencias, eventualmente algo de vuestro dinero, pero sobre todo vuestra
presencia, vuestra visibilidad, vuestros mensajes, todo aquello que puede
conducir a la proliferación del frente del rechazo.
Nuestro modelo Pegida tiene
a su vez un modelo, el que derribó el Muro de Berlín y abatió el Telón de
Acero. Hoy al igual que hace 25 años el adversario parece todopoderoso, el
régimen soviético entonces, hoy el poder remplacista, el que promueve la Gran
Sustitución, la intercambiabilidad general del hombre y de todo, bajo la excusa
de la multiculturalidad y la convivencia. Pero esos dos poderes, el que cayó
hace un cuarto de siglo y el que enfrentamos hoy, tienen la misma debilidad que
hace que puedan derrumbarse de un día para otro. Están hechos de mentiras,
saturados de falsedad hasta lo más profundo de ellos mismos, llenos del vacío
de la ilusión fabricada. La verdad puede reducirlos en cenizas al menor golpe,
como los colosos de cartón-piedra que son.
La verdad es que no hay
multiculturalismo sino una deculturación general que conduce al atontamiento
masivo, a la subida de la violencia, al retorno al salvajismo de la especie.
La verdad es que no hay
convivencia sino una conquista colonial en curso en la cual nosotros somos los
indígenas colonizados y cuyo instrumento es la cantidad, por supuesto, la
sustitución demográfica, pero también la permanente delincuencia, el vandalismo
de todos los días, las molestias cotidianas que vuelven la vida imposible a la
gente, o la espantosa barbarie de la que hemos sido testigos hace poco.
La verdad es que no hay
pueblo. Un pueblo es todo lo contrario de lo que hay. Hay comunidades que se
disputan cada día más abiertamente un territorio, un territorio sobre el cual
esas comunidades tan distintas tienen derechos muy desiguales. Es por eso que
hablo sin rodeos de guerra colonial, o para decirlo mejor desde nuestro punto
de vista, de guerra anticolonial, de lucha anticolonialista.
La esperanza es que la
verdad sea suficiente para derribar las murallas, como hace 25 años. Y en esa
verdad incluyo la ley, las victoria electorales, los cambios políticos, la
constatación de la incompatibilidad de caracteres, el gentlement agreement, el
divorcio (tanto más fácil de obtener como que nunca hubo consentimiento en ese
matrimonio…), la remigración, el control efectivo del Mediterráneo…
Si la verdad no fuera lo
suficientemente fuerte como para alcanzar esos resultados, no habría más
alternativa que la sumisión o la lucha armada. La primera ya ha comenzado. La
segunda también, y no la hemos iniciado nosotros.»
Renaud Camus
(ElManifiesto.)