En el curso de los últimos días, siguen ocurriendo en España extraños sucesos que no son más que fuegos artificiales para el público. Enmendamos la plana a Italia sobre un barco con inmigrantes ilegales, gota de agua en el océano; se va el ministro de cultura porque fue condenado por los tribunales en un pleito con Hacienda y no lo dijo; a 48 horas del partido de España en el Mundial, echamos al entrenador Julen Lopetegui por negociar su fichaje con el Madrid a escondidas tras renovar, casi a la vez.
El Gobierno es un escaparate y sus acciones puramente electoralistas.
Transcribo un artículo de Pablo Planas en Libertad Digital.
El Gobierno de la era Aquarius se ha estampado a las
primeras de cambio por el lado del sexo débil, la cuota masculina del Consejo
de Ministras. Màxim Huerta, el dicharachero titular de Cultura y Deportes, ha
tenido que dimitir ipso facto por su turbio pasado como defraudador de
Hacienda. No ha durado ni una semana en el dream team de Pedro el Bello. Tanta
solidaridad desparramada en el Mediterráneo era incompatible con el mamoneo de
un famoso para no pagar impuestos. Y aún más con el inminente ingreso en la
trena, si bien para vips, del cuñado del Rey.
En el desesperado intento por salvar la cartera, Huerta ha
declarado que no informó de su pasado tributario al nuevo presidente porque
consideraba que sus problemas con el fisco eran un tema privado y superado,
como la orientación religiosa o sexual. Lo que no pudo el Twitter se lo han
llevado por delante la Agencia Tributaria y un fallo el año pasado del Tribunal
Superior de Justicia de Madrid que le condenó a apoquinar 365.938 euros, más de
sesenta millones de pesetas, por haber intentado tangar a Hacienda.
El mismo día que el presidente de la Federación, Luis
Pundonor Rubiales, se cepillaba al seleccionador Lopetegui por merengue, el
presidente del Gobierno no tenía más remedio que dar pasaporte al telegénico
ministro de Cultura y Deportes, un hombre que odia la Fiesta Nacional y detesta
el fútbol.
Una pena lo de Huerta y Lopetegui. Nadie les echará de
menos. Fernando Hierro y José Guirao son los sustitutos. A ver qué se le ocurre
ahora a Iván Redondo, el gurú de Sánchez, un Arriola del que dicen que hizo
alcalde catalán al pepero García Albiol y presidente extremeño al bombero
Monago.
Pablo Planas.
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