A propósito de la deriva triste y caótica de esta nave de los locos que es la España de Zapatero, en la que un puñado de iluminados está destruyendo una obra de siglos, todo me trae a la memoria las diversas representaciones que ha habido del elogio de la locura.
La nave de los locos es un cuadro del pintor flamenco El Bosco, ejecutado en óleo sobre tabla y que mide 58 centímetros de alto por 33 cm de ancho. Actualmente se encuentra en el Museo del Louvre de París (Francia), donde llegó en 1918 y que lo exhibe con el título de La Nef des fous.
Como el resto de obras de su autor, carece de una datación unánime entre los especialistas. Se ha señalado el período 1503-1504; Wundram indica, simplemente, después de 1490. Parece claro que es una obra tardía del Bosco, debido a la factura desenfadada del cuadro, en particular en los colores frescos del cielo y del paisaje. La nave de los locos es un tema recogido en las tradiciones de Flandes en el siglo XV.
En efecto, la obra del Bosco encuentra también sus fuentes en la literatura de la época. En 1494 se publicó en Basilea la obra satírica alemana La nave de los necios o Narrenschiff, escrita por Sebastian Brant. S. Brant acoge, en su simbólica nave, locos de todas las categorías, y hace que desfilen las debilidades humanas. Una de sus estrofas dice: "Es mejor seguir siendo laico que comportarse mal dentro de las órdenes".
Existen muchas semejanzas entre este libro y la representación que hace El Bosco. Y es muy posible que el pintor se basara en este poema. Según la tesis de Desmonts sobre "Dos primitivos holandeses en el Museo del Louvre" este cuadro era parte de toda una serie de pinturas que ilustraban los cantos principales del poema de Brant (Gazette de Beux-Arts, 1919, p.1). En la obra de Brant, un grupo de locos se embarca en una nave hacia Narragonien, la tierra prometida de los insanos, antes del naufragio, llegan a Schlaraffenland, la tierra de la riqueza.
Otra de estas representaciones es la película del gran surrealista Fellini de título "Y la nave va".
Se trata de una travesía en un barco por el Mediterráneo en el que un grupo de divos traslada las cenizas de una cantante de ópera que ha muerto. Ellos no lo saben pero van hacia su fin.
Debajo de la maravillosa vida de a bordo, el barco esconde detalles que un día surgen a cubierta. El viaje da un giro: comienza la Primera Guerra Mundial. Familias de serbios que se habían arrojado al mar son rescatados por el capitán. Los primeros rugidos de la guerra los llevaron a eso. Éstos son vistos con curiosidad por los viajeros originales.
El film culmina con el hundimiento de la nave (la sociedad misma), mientras los pasajeros huyen en botes salvavidas al son del coro de "La Traviata", de Verdi, y de Debussy, en una poética danza tragicómica.
Por último, la película de Werner Herzog "Fitzcarraldo" en la que un loco delirante quiere construir un teatro de la ópera en medio de la selva amazónica
Para realizar su plan debe transportar un gran barco fluvial, fuera del agua por encima de un monte, para lo cual cuenta con la ayuda de un gran número de nativos.
La epopeya de subir y bajar el barco en una sola pieza, unido al paisaje y a la ambientación clasifican al film en la categoría de cine-arte.
Esperemos que pronto España entre en razón y nos liberemos de esta pesadilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario