Se ha producido una polémica, en el medio de internet Libertad Digital, protagonizada por el historiador protestante César Vidal; se trataba de dilucidar si la permanencia de España fiel a la Iglesia Católica era la responsable del atraso de nuestro país durante siglos respecto a Europa.
La polémica se ha desarrollado en un número significativo de artículos que han sido contestados en otras publicaciones por autores como Pío Moa, y después de haberse abierto la veda también por otros autores en la propia Libertad Digital. En realidad se trataba de profundizar en la tesis del sociólogo agnóstico alemán Max Weber pero con un forofismo partidista casi futbolístico.
Dudo de que hubiese un retraso en el conocimiento español en los siglos XV y XVI, en la época de la escuela de Salamanca tan importante para pensadores como el valido de Luis XIV el cardenal Mazarino. En los países nórdicos se produjo una intensa recristianización en el siglo XVII a manos de misioneros luteranos, se había estancado el cristianismo y sus habitantes habían regresado a un cierto paganismo, la acción de estos misioneros fue drástica y radical produciendo en Noruega, Suecia, Finlandia y hasta en Dinamarca sangre, sudor y lágrimas. Pues bien la sociedad nórdica no abandonó el subdesarrollo campesino y hasta en el siglo XIX tuvo que sufrir numerosas hambrunas, siendo característica la dureza fanática de los clérigos protestantes.
Lutero deploraba el crédito con interés de una manera más radical que la de la Iglesia Católica, su antisemitismo era característico y su obscurantismo mayor que el católico. Frente a esto la Iglesia Católica promocionó el conocimiento y cierta tolerancia hacia las minorías que desempeñaban tareas comerciales y financieras. En 1967 se publicó un análisis, a mi modo de ver certero, en relación con las condiciones que primaron en Europa occidental para que allí se produjese el surgimiento del capitalismo.
El autor, Hugh Trevor-Roper, encabeza una corriente de pensamiento europeo que es contraria al reduccionismo religioso que hace protagonista único del cambio capitalista al protestantismo. De esta forma se integrarían en el proceso las minorías que habían hecho promocionar el comercio y cierta protoindustria en el Mediterráneo y Flandes, y sin embargo no participarían tan activamente elementos igualitaristas e iluminados del protestantismo campesino radical.
Para este historiador la clave del desarrollo capitalista está en la existencia en Europa occidental de países con minorías activas que no heredarán la tierra por lo que deberán agudizar el cerebro. De ahí saldrá la audacia comercial, industrial y financiera que dará el salto a lo que llamamos economía capitalista. Esto nos explica la capacidad de ciertos presbiterianos en Inglaterra, ciertos católicos en Holanda, los protestantes en Bélgica y los judíos en todas partes.
La polémica se ha desarrollado en un número significativo de artículos que han sido contestados en otras publicaciones por autores como Pío Moa, y después de haberse abierto la veda también por otros autores en la propia Libertad Digital. En realidad se trataba de profundizar en la tesis del sociólogo agnóstico alemán Max Weber pero con un forofismo partidista casi futbolístico.
Dudo de que hubiese un retraso en el conocimiento español en los siglos XV y XVI, en la época de la escuela de Salamanca tan importante para pensadores como el valido de Luis XIV el cardenal Mazarino. En los países nórdicos se produjo una intensa recristianización en el siglo XVII a manos de misioneros luteranos, se había estancado el cristianismo y sus habitantes habían regresado a un cierto paganismo, la acción de estos misioneros fue drástica y radical produciendo en Noruega, Suecia, Finlandia y hasta en Dinamarca sangre, sudor y lágrimas. Pues bien la sociedad nórdica no abandonó el subdesarrollo campesino y hasta en el siglo XIX tuvo que sufrir numerosas hambrunas, siendo característica la dureza fanática de los clérigos protestantes.
Lutero deploraba el crédito con interés de una manera más radical que la de la Iglesia Católica, su antisemitismo era característico y su obscurantismo mayor que el católico. Frente a esto la Iglesia Católica promocionó el conocimiento y cierta tolerancia hacia las minorías que desempeñaban tareas comerciales y financieras. En 1967 se publicó un análisis, a mi modo de ver certero, en relación con las condiciones que primaron en Europa occidental para que allí se produjese el surgimiento del capitalismo.
El autor, Hugh Trevor-Roper, encabeza una corriente de pensamiento europeo que es contraria al reduccionismo religioso que hace protagonista único del cambio capitalista al protestantismo. De esta forma se integrarían en el proceso las minorías que habían hecho promocionar el comercio y cierta protoindustria en el Mediterráneo y Flandes, y sin embargo no participarían tan activamente elementos igualitaristas e iluminados del protestantismo campesino radical.
Para este historiador la clave del desarrollo capitalista está en la existencia en Europa occidental de países con minorías activas que no heredarán la tierra por lo que deberán agudizar el cerebro. De ahí saldrá la audacia comercial, industrial y financiera que dará el salto a lo que llamamos economía capitalista. Esto nos explica la capacidad de ciertos presbiterianos en Inglaterra, ciertos católicos en Holanda, los protestantes en Bélgica y los judíos en todas partes.