- DEMOCRACIA / CRITERIO
¿Qué ha hecho Podemos para obtener casi el doble de
votos que Izquierda Unida hace veinte años, cuando, de la mano de Julio
Anguita, cosechó sus máximos resultados históricos?
Carlos López
Díaz en Actuall.
El
año que viene se cumplirán cien años de la Revolución Rusa.
En este período de tiempo se han verificado dos hechos fundamentales. Que el comunismo, allí donde se
implantó, sólo trajo miseria y pérdida
de libertades. Y que la
combinación de capitalismo y democracia liberal representativa,
a pesar de sus imperfecciones, es el
sistema que más ha reducido la pobreza de toda la historia, al
tiempo que ha sabido garantizar altos niveles de libertad.
No
obstante, desde que Pablo Iglesias anunció, hace sólo dos años, su candidatura
para las elecciones al parlamento europeo, una parte considerable de nuestros
compatriotas parece dispuesta a someterse (y someternos a los demás) al enésimo experimento neocomunista.
Pedro Sánchez, como otros tontos útiles de la historia, sólo precipitaría los
acontecimientos.
La
pregunta cae por sí sola: ¿qué ha
ocurrido? O para formularla con más precisión: ¿qué ha hecho Podemos para obtener casi el doble de votos
que Izquierda Unida hace veinte años, cuando, de la mano de
Julio Anguita, cosechó sus máximos resultados históricos?
Sin
duda, las condiciones de 2016 son
distintas de las de 1996, aunque también existen elementos de similitud.
Pero cometeríamos un error si ignoráramos el papel de las individualidades en
la historia. Sin Pablo Iglesias,
Podemos no habría crecido de manera tan fulgurante;
probablemente, ni siquiera hubiera llegado a existir.
A
fin de responder a esas cuestiones, resulta
imperativo recordar algunos datos de la prehistoria de Podemos,
centrándonos en la biografía de su líder. Distinguiré dos etapas.
Etapa embrionaria: del 13 de marzo de 2004 a noviembre de 2010. La característica principal de este período es que Pablo Iglesias aún no ha roto el cascarón del mundillo ultraizquierdista: fuera de este, no lo conoce nadie.
Cuando Pablo Iglesias participó en las movilizaciones del 13-M contra el Partido Popular, era ya una joven promesa de la ultraizquierda académica, incubada en la Universidad Complutense. No fue casual que sus padres le llamaran Pablo, en homenaje al político marxista y fundador del PSOE. La madre era abogada de CC.OO. y el padre había sido miembro del FRAP. Parece hasta natural que el hijo militara desde la adolescencia en las Juventudes Comunistas. Pero el 13-M es decisivo porque Iglesias no sólo estaba entre los manifestantes, sino que muy poco después teorizó sobre aquello, extrayendo conclusiones harto significativas.
Para
Iglesias, el 13-M no fue una mera protesta contra el PP, sino un cuestionamiento de la democracia representativa.
Pero sobre todo fue una revelación del potencial de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) en la
práctica política antisistema. Iglesias reproduce una cita del filósofo
marxista y activista Franco Berardi, que resume admirablemente la idea: “Por primera vez en la historia humana, hay una
generación que ha aprendido más palabras y ha oído más historias de la
televisión que de su madre.”
El otro elemento fundamental de la etapa embrionaria es la colaboración que inicia Iglesias con la Fundación CEPS, un think tank anticapitalista que, según la información publicada por El País, cobró cerca de cuatro millones de euros del régimen chavista, entre 2002 y 2012. Durante esta etapa, al igual que otros fundadores de Podemos como Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero, Iglesias adquirió una experiencia crucial en la implantación de regímenes populistas hispanoamericanos, que vio aplicable en España.
Etapa larvaria: del 18 de noviembre de 2010 a enero de 2014. Esta fase se inicia con el primer programa de La Tuerka, presentado por Iglesias, en el canal local de línea izquierdista Tele K. Para que se hagan una idea, el inicio de las emisiones en TDT, unos meses antes, estuvo apadrinado por Willy Toledo, Leo Bassi, Pilar Manjón, Wyoming y el Dr. Sedaciones, Luis Montes.
La Tuerka llegó a tener un relativo éxito
gracias a su difusión por internet, y como ha reconocido el propio líder de
Podemos, sin él no se hubiera forjado
Pablo Iglesias como fenómeno televisivo. El primer programa
trató la visita a España de Benedicto
XVI, y sirvió para que los tertulianos pusieran a caer de un
burro al pontífice. Para abrir boca,
Iglesias dio paso a un vídeo groseramente anticatólico,
producido por el colectivo de lesbianas gallego MariBolheras Precárias (sic), donde entre otras lindezas se
decía: “La Iglesia mata, apostata”.
La Tuerka, con el pretexto de la efeméride de
la muerte de Franco, se dedicó a fustigar a la monarquía y a la Transición
El
segundo programa, con el pretexto de la
efeméride de la muerte de Franco, se dedicó a fustigar a la
monarquía y a la
Transición. Este era el estilo inconfundible de La Tuerka. Sectarismo en vena contra la Iglesia y el régimen constitucional,
además de contra el capitalismo y el “imperialismo”. Pero hasta la primavera de
2013, y pese a una fugaz aparición en
Tele 5, Iglesias continuó siendo un perfecto desconocido para
la inmensa mayoría de españoles.
El 25 de abril de 2013 Pablo Iglesias fue invitado al programa de Intereconomía TV, “El gato al agua”, para debatir sobre el asedio al Congreso que pretendían varios grupos antisistema. Aquella intervención marcó un antes y un después. A partir de entonces, cadenas de mucha mayor audiencia como Cuatro o La Sexta empezaron a invitar a Iglesias a sus programas, convirtiéndolo en cuestión de semanas en uno de los tertulianos televisivos más conocidos.
El secretario general de Podemos,
Pablo Iglesias, en la tertulia La Sexta Noche.
Los
ingredientes del “fenómeno mediático
Iglesias” ya se manifestaron en su aparición en Intereconomía.
El futuro líder de Podemos se presentó a sí mismo como un intruso tras “las
líneas enemigas”, midiéndose con
desparpajo con primeros espadas como Federico Jiménez Losantos o Alejo
Vidal-Quadras. Relativizó la violencia de la izquierda
antisistema, comparándola con la “violencia” de los recortes sociales, los
desahucios y el paro. No dejó de
recordar su condición de profesor universitario y de mileurista.
Y por supuesto no mencionó sus jugosos
ingresos procedentes de la Fundación CEPS, ni
de La Tuerka;
ni de Hispan TV, el canal iraní en el que dirigía desde enero el programa Fort
Apache.
Su intención en la televisión nunca fue convencer con argumentos racionales a sus contertulios, sino influir en la opinión pública, es decir, hacer política
Iglesias quiso dar una imagen de una persona preparada pero de condición
humilde y ajena a la clase política, de un David frente a Goliat, más allá de la vieja división
izquierda/derecha. Esta es la clave fundamental del éxito del futuro líder de
Podemos: el camuflaje perfectamente estudiado de su ideología y sus objetivos
comunistas. Por si pudiera existir la menor duda al respecto, él mismo lo explicó con meridiana
claridad en la IV
Universidad de Verano de Izquierda Anticapitalista (agosto de
2013), donde defendió frente a sus
correligionarios la necesidad de “traducir” el lenguaje marxista
a un lenguaje popular que entienda todo el mundo, hasta “tu abuela”. Su
intención en la televisión, confiesa, nunca fue convencer con argumentos
racionales a sus contertulios (“no es un honesto debate entre intelectuales”),
sino influir en la opinión pública, es decir, hacer política, en el sentido más
puramente maquiavélico.
Esta
fue una ventaja no pequeña de Iglesias: que nadie pudo sospechar, en aquellos
meses de 2013, su inminente salto a la
política. Su credibilidad se fundaba en aparecer como un
modesto profesor, es decir, una persona formada y desinteresada. (Es de justicia
recordar una excepción. Fernando
Sánchez Dragó, en un breve rifirrafe radiofónico en Onda Cero,
pocas semanas después de su aparición en Intereconomía, le espetó con clarividencia: “Hablas como un
político.”)
A finales de 2013, los acontecimientos se precipitan. Dirigentes del partido Izquierda Anticapitalista (hoy disuelto en el seno de Podemos), en conversaciones con Iglesias y otros, diseñan la “Operación Coleta”, como la denominaron. En una reunión del 30 de noviembre, que conocemos por un boletín interno de la organización filtrado poco después, se trazaron los objetivos y los pasos inmediatos a seguir. Se pretendía aprovechar la “proyección mediática” de Pablo Iglesias (aunque no lo nombraran) para “conectar con sectores de la población de izquierdas insatisfechos con las organizaciones tradicionales”. Pero sobre todo, se trataba de “interactuar con sectores de la población con los que no trabajamos habitualmente”. En definitiva, la teoría pablista de la “traducción”.
En
aquella reunión aparecen ya las expresiones “Sí se puede” y “Podemos”, y se redacta un primer
borrador del manifiesto que luego se tituló “Mover ficha: convertir la indignación en cambio político”,
hecho público el 14 de enero de 2014. Ese mismo día, en Las Mañanas de Cuatro,
Pablo Iglesias anunció su intención de encabezar una candidatura a las
elecciones europeas de mayo y, con la
inestimable colaboración del presentador Jesús Cintora, dio su primer mitin, en
horario de gran audiencia. Entre sus propuestas, derogar el
artículo 135 (que limita el déficit estatal), incrementar el gasto,
nacionalizar empresas de energía y blindar el “derecho” al aborto, “porque no puede ser que haya un lobby de obispos que dicte la política al gobierno…”
(Inevitable recordar el primer programa de La Tuerka, tres años atrás.)
En
el manifiesto se incluía además el
derecho de autodeterminación y el “proceso constituyente”, es
decir, la voladura de la
Constitución de 1978. La presentación oficial de Podemos, el
viernes 17 de enero, fue un ejemplo de la concienzuda estrategia neocomunista:
acabar con el sistema democrático entre frases cursis y en nombre de la
democracia, adulterándola con formas asamblearias mucho más controlables y
engañosas que el parlamentarismo. “El
régimen del 78 está muerto, ya es hora de enterrarlo”, dijo Monedero.
El éxito innegable de Podemos ha consistido en presentar un programa comunista, que ataca al mercado libre y la democracia parlamentaria, conectándolo hábilmente con los sentimientos de la “gente normal”. Como dijo Pablo Iglesias en la presentación, “los que estamos aquí somos de izquierdas, pero lo que estamos diciendo va más allá de las ideologías”. La ideología queda como una doctrina esotérica para una minoría de iniciados que ostenta el poder, en la mejor tradición totalitaria.
Interesante valoración sobre la llegada de las nuevas fuerzas antisistema. Sólo destacar algunos errores pues quizá se olvida de la responsabilidad del PSOE (zapateril) en las algaradas frente a las sedes del PP en el dia de reflexión (marzo de 2004). O el origen de la protesta del 15M de 2011 en las páginas web "no nos representan" y " democracia real ya" situadas en la órbita de las JS de Andalucía. También olvida el paso de Iglesias por Público TV (Jaume Roures) y la inestimable ayuda que han tenido por parte de Antonio García Ferreras de La Sexta.
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