Toda esta historia del proceso y los errores del "Estado de las Autonomías" han llevado a una situación inquietante, amarga y triste.
En Cataluña hay un conjunto de ciudadanos a los que no les influye ni el hundimiento económico, ni el éxodo empresarial en relación a su afición electoral nacionalista; dicen que el apoyo a la independencia ha disminuido pero no cambia el sentido del voto.
Estoy de acuerdo con los que pensaban, a propósito de la convocatoria de elecciones regionales, que era necesario fijar una fecha y quizá hubiera sido conveniente dar más tiempo y un control efectivo sobre los medios de comunicación públicos pero no creo que eso hubiera cambiado mucho el resultado.
Hay cosas positivas: el resurgimiento del patriotismo español dentro y fuera de Cataluña, la presencia normal de la bandera nacional sin necesidad de eventos deportivos o institucionales, el desenmascaramiento de la falsa moderación nacionalista y su feo rostro narcisista y supremacista que se ha visto en toda España y que empieza a verse en el extranjero.
El PP, dado el batacazo, tendrá que ponerse las pilas y remozar su estructura obsoleta y corrompida; el éxito de ciudadanos y la puesta en marcha de procesos judiciales que harán difícil volver a la vía golpista y unilateral, y es bueno que sean los propios nacionalistas los que tengan que gestionar el desastre. Parece ineludible que haya que tomar medidas de reforma radical del sistema con riesgo de desestabilización.
Puigdemont ha dicho que España tiene un "pollo" de... narices, pero si se observa la historia de España no es precisamente éste el peor momento.
Todo el mundo va a tener que ponerse a trabajar.
PD. Resulta curioso que Puchi huído haya ganado a Oriol encarcelado, hace falta un ejército de psiquiatras.