En realidad cobramos conciencia de que el espíritu de la Transición había muerto cuando Zapatero presentó, y las Cortes aprobaron, la Ley de Memoria Histórica; pero no, ya nos dimos cuenta en el momento en el que Zapatero se negó a condenar un delito siendo Presidente del Gobierno.
El régimen de La Segunda Restauración entraba en su fase final y las negociaciones con ETA eran el réquiem.
Las razones de Zapatero, al menos las conocidas, estaban claras: endilgar a la derecha el calificativo de "franquista" y sobre todo conquistar un "relato" de la Guerra Civil favorable al PSOE.
Hoy la descomposición de un régimen, que ya ha visto morir al bipartidismo, ha alcanzado una nueva cota con la exhumación de los restos de Franco y su inhumación en Mingorrubio. Se ha hecho sin la aprobación de la familia y de la comunidad benedictina y obligando, Supremo dixit, a enterrar en un sitio concreto entre los panteones familiares.
Pedro Sánchez no tiene el freno de la transición para los siguientes pasos: José Antonio, la cruz del Valle de los Caídos, una nueva Ley de Memoria Histórica que castigue a los disidentes, la Corona y, finalmente, la muerte de la España nacional.
Se abre un abismo negro de incertidumbre junto a la "guerra" catalana, el colapso de la economía española y la ignorancia autista de los retos del futuro.
https://somniumdei.wordpress.com/2018/10/23/la-maldicion-de-la-damnatio-memoriae/
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