En una intervención parlamentaria, durante el debate del Estatuto catalán, nuestro presidente dijo aquello de que el concepto de nación era discutido y discutible; pero claro, en España hay algunas personas que no pueden discutirlo, en relación a la nación española, entre ellas están el Rey y el Presidente del Gobierno.
Sin embargo, por una vez, el iluminado tenía razón; el de nación es realmente, desde el punto de vista científico, un concepto discutible y extremadamente abstracto. Así por ejemplo el Estado como realidad burocrática, persona jurídica, producto de la historia, con soberanía, ejército, potestad y en algunos casos autoridad es una idea mucho más clara. Estados hay, y ha habido, desde que el hombre se organizara políticamente que, aunque sean distintos, tienen en común los puntos citados.
Sin embargo, el concepto de nación política es mucho más reciente; nascio o natio fue el nombre de la diosa romana de los nacimientos y no hace muchos años, en el campo, cuando un animal doméstico paría se decía que había habido nación. A caballo entre el Mundo Antiguo y la Edad Media, Isidoro de Sevilla, en sus etimologías, considera las naciones como grupos de personas de la misma procedencia.
En las ciudades medievales se solía hablar de calles en las que vivían los caldereros y otros oficios como naciones; así, nación de cordeleros; al ocupar los francos, franceses, determinados oficios se habló de nación de francos.
En las universidades medievales, los estudiantes se agrupaban en naciones incluso antes de que surgieran las facultades propiamente dichas; por eso en el Concilio de Constanza (1414-1418) se organizaron también por naciones.
Una profunda carga ideológica alteró el concepto de nación en el periodo revolucionario en Francia, la nación se convirtió entonces en el titular del poder constituyente frente al rey absoluto del "Estado soy yo".
De aquellos polvos vienen los lodos actuales pues no existe un criterio de limitación del concepto de nación; me parece imprescindible aprender a separar, en todos los ámbitos, el concepto de Estado de la idea de nación. Pueden coincidir, sí, pero no necesariamente, ya que tienen vida propia. Estado y nación no son el cuerpo y el alma de una única realidad denominada comunidad política.
De entrada, porque, a diferencia del Estado, la nación no es sólo, ni siquiera principalmente, un concepto jurídico político. Nuestra Constitución habla de la nación como concepto político jurídico pero hay otras formas más ambiguas, antiguas, amplias y sentimentales de hablar de nación.
Nada que objetar, mientras no se obligue a la gente a plegarse al sentimiento nacional de los grupos de presión. Actuemos racionalmente, pero sobre todo seamos razonables.