Hoy, actores como Paul Giamatti o John C. Reilly deberán meditar un
momento y darse cuenta de la importancia de que gente como Karl Malden o
Ernest Borgnine hayan existido en Hollywood y abrieran el camino del
cine a intérpretes con rostros de gente de la calle, a tipos que
convirtieron su normalidad en su sello de la casa. En la noche del
domingo, Ernest Borgnine,
uno de los últimos de una legendaria generación (queda Kirk Douglas),
un hombre que sin ser estrella sí fue un actor adorado por el público,
falleció tras sufrir un fallo renal en el hospital Cedars-Sinai en Los
Ángeles a los 95 años, rodeado por su esposa Tova y por sus hijos. (Necrológica de El País)
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