Se ha publicado en distintos medios de comunicación que, en Italia, varios sismólogos han sido condenados a seis años de cárcel por no prevenir el terremoto del L'Aquila en 2009. Desde luego van a apelar, y es posible que los absuelvan en la siguiente instancia. Me parece entender que no es exactamente por no haber anticipado el terremoto, sino por haber dicho: "tranquilos, no pasa nada", cuando se registraban muchos microseísmos, en lugar de disparar todas las alarmas por la inminencia del terremoto.
El problema es la tremenda incultura científica que se ha instalado en todos los ámbitos sociales, también entre los jueces, lo que asociado a la responsabilidad extracontractual puede llevar a que al final se sea responsable casi de cualquier cosa. La ciencia nos indica simplemente las probabilidades de los fenómenos. El estudio de los terremotos está sujeto a un grado de indeterminación muy alto, de manera que es imposible adivinar el plazo en que se ha de producir el seísmo.
La región es proclive a tenerlos y el alarmismo no es bueno para la ciencia. Los expertos dijeron a los políticos lo que sabían y ahora éstos se dan cuenta de que hubieran preferido al Oráculo de Delfos. Aunque al final se resuelva a favor de los científicos, esta sentencia es de locos. ¿La justicia respondiendo a la histeria colectiva con ganas de linchar? El resultado de todo puede ser la paralización de esta ciencia en Italia.
Yo, si fuera sismólogo o vulcanólogo, me buscaría otro trabajo o me iría a otro lugar. Desde luego, no me quedaría tranquilo en un sitio donde te condenan por no haber conseguido lo imposible. Podrían aplicar la misma vara de medir a las agencias calificadoras que dieron AAA a Lehman Brothers, una semana antes de quebrar.
Ciencia, madre nuestra que estás en la Tierra, danos el bienestar que procede del conocimiento usado con templanza democrática. Elimina nuestro dolor, cura nuestras enfermedades. No nos dejes sucumbir a la superstición ni a las falsas ilusiones, y líbranos de la ignorancia. Aunque pones límite a la potestad de los dioses, que reculan un paso con cada fórmula irrebatible que descubres, caíste a lo largo de la Historia en hondos letargos que acarrearon la desintegración cultural de algunas civilizaciones. Nada emprendes que no sea susceptible de aplicación bélica; pero también prolongas la vida, apaciguas al hombre, lo perfeccionas hasta donde es posible perfeccionar tan defectuosa criatura. Bendito el gobernante que fomenta tu desarrollo. Bendito el Estado que te acrecienta mediante la investigación, te incorpora para bien de todos a su sistema productivo y te acerca a los jóvenes. Acabarás el mismo día que la inteligencia del último curioso.
Fernando Aramburu.
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