Dentro de la decadencia de Occidente, Europa, y en particular España, gana por varios cuerpos. La preponderancia económica ha sido la primera batalla perdida; suben Japón, Corea del Sur, los tigres asiáticos, China y la India junto con la aparición de una clase media en esos países que absorbe producción. Hay tres fases en la pérdida de hegemonía occidental y crecimiento del tercer mundo: producción barata para venderla en Occidente, deslocalización de empresas occidentales para fabricar allí, sectores de su sociedad que consumen lo que otros sectores producen.
Vamos hacia la India a toda velocidad pero la India viene hacia nosotros a menor ritmo.
La crisis demográfica occidental se manifiesta sobre todo en Europa que pasa de ser la protagonista del crecimiento en los siglos XVII- XX a que sea el resto del mundo el que crece y produce una presión demográfica insoportable en Europa, una presión migratoria que mina las culturas europeas.
Asusta la situación europea en relación al euro, en la que hay una política de compra de deuda que crea una situación sin salida, ya que el sur de Europa jamás podrá pagar; sin perder de vista el papel que ciertos poderes intelectuales reservan a Europa y el hecho de considerar a la UE como un territorio de investigación política sobre la posibilidad de un gobierno mundial.
En el futuro que nos preparan, la falta de crecimiento demográfico europeo nos lleva a guerras asimétricas en las bolsas de Eurabia que se están formando; el futuro de Europa es algo así como Yugoslavia. Los barrios de París, las banlieues, van a estallar y de hecho ya son lugares donde no puede entrar la policía.
¿Qué papel juega USA en todo esto? Hemos perdido la substancia de la civilización, tanto en España como en Europa, aunque nuestros genes puedan persistir en América, aquí se está destruyendo nuestra identidad y probablemente la cultura europea de allí. Y todo para llegar a una imposible unión política. Se facilitan las rupturas de Estados, el laicismo es entendido como odio a nuestras tradiciones, la inmigración está descontrolada pero no se construye una nueva identidad.
Políticas suicidas y buenistas como las que soportan la nacionalización de los pretendidos descendientes sefarditas, y mañana los aún más pretendidos descendientes de los moriscos, nos abocan a un suicidio sin saber qué ocupará nuestros restos.
La decadencia de Occidente se manifiesta en la destrucción de lo mistérico, quedando la civilización como una cáscara vacía; Freud, Marx y Nietzsche aparecen como heraldos de esa destrucción de manera que Europa queda inerme por las distintas dimensiones éticas de la civilización. Lo que consideramos bueno otros no lo consideran y en el solar de nuestra ruina impondrán su moral.
Vamos hacia la India a toda velocidad pero la India viene hacia nosotros a menor ritmo.
La crisis demográfica occidental se manifiesta sobre todo en Europa que pasa de ser la protagonista del crecimiento en los siglos XVII- XX a que sea el resto del mundo el que crece y produce una presión demográfica insoportable en Europa, una presión migratoria que mina las culturas europeas.
Asusta la situación europea en relación al euro, en la que hay una política de compra de deuda que crea una situación sin salida, ya que el sur de Europa jamás podrá pagar; sin perder de vista el papel que ciertos poderes intelectuales reservan a Europa y el hecho de considerar a la UE como un territorio de investigación política sobre la posibilidad de un gobierno mundial.
En el futuro que nos preparan, la falta de crecimiento demográfico europeo nos lleva a guerras asimétricas en las bolsas de Eurabia que se están formando; el futuro de Europa es algo así como Yugoslavia. Los barrios de París, las banlieues, van a estallar y de hecho ya son lugares donde no puede entrar la policía.
¿Qué papel juega USA en todo esto? Hemos perdido la substancia de la civilización, tanto en España como en Europa, aunque nuestros genes puedan persistir en América, aquí se está destruyendo nuestra identidad y probablemente la cultura europea de allí. Y todo para llegar a una imposible unión política. Se facilitan las rupturas de Estados, el laicismo es entendido como odio a nuestras tradiciones, la inmigración está descontrolada pero no se construye una nueva identidad.
Políticas suicidas y buenistas como las que soportan la nacionalización de los pretendidos descendientes sefarditas, y mañana los aún más pretendidos descendientes de los moriscos, nos abocan a un suicidio sin saber qué ocupará nuestros restos.
La decadencia de Occidente se manifiesta en la destrucción de lo mistérico, quedando la civilización como una cáscara vacía; Freud, Marx y Nietzsche aparecen como heraldos de esa destrucción de manera que Europa queda inerme por las distintas dimensiones éticas de la civilización. Lo que consideramos bueno otros no lo consideran y en el solar de nuestra ruina impondrán su moral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario