La manipulación de la información científica no sólo tiene que ver con el sesgo natural de la falta de objetividad en las personas.
El tribunal de los iguales, la intersubjetividad de George Herbert Mead, no es suficiente cuando los intereses espurios, ya sean de orden político, económico o simplemente de prestigio, sabiendo que siempre son traducibles, hacen imprescindible actuar con sigilo.
Desde Kuhn sabemos que las ideas nuevas van a tener una resistencia directamente proporcional a la estabilidad espiritual de un establishment educado en las ideas antiguas.
La elección de un campo de investigación por interés personal, los programas de investigación dirigidos en campos de ciencia caros (Imre Lakatos), con el consiguiente coste oportunidad, o por interés político en orientar un determinado campo de investigación (Mario Bunge), no explican todo el sesgo ya que también existe la mentira consciente.
Los intereses políticos o económicos, el prestigio corporativo y los planes y programas de dominio exigen el secreto y paralelamente la mentira organizada para el pueblo (Pauwels y Bergier).
En estas direcciones se explica con nítida claridad por qué los poderes fácticos tienen necesidad de secreto y mentira, sin compartir necesariamente todo lo que se especula en ellas.
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