Cada país, cada cultura política, suele producir una serie de personajes propios que están entre el astracán y el esperpento. El Estado de las Autonomías como antaño la República Federal es muy proclive a la producción de individuos estrambóticos en política.
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Por otro lado, la cultura política de un lugar suele caracterizarse de manera que crea unas reglas directivas de comportamiento y ambiente. En España se da la circunstancia de que, con listas cerradas y bloqueadas, la casta política tiende a la inanidad y a la selección negativa.
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Entre los primeros, es decir los personajes grotescos, nos encontramos a Jesús Gil y Gil el ínclito alcalde de Marbella y padre de innumerables manejos investigados por la justicia; creó un partido basado en su peculiar personalidad: el GIL (Grupo Independiente Liberal). Destaca también en este ámbito José María Ruiz Mateos quien se podría haber dedicado tranquilamente a ser un gran bodeguero pero prefirió crear su imperio de cartón piedra; tras la expropiación, episodio oscuro y también propio de España, fundó un partido y debeló sin tregua al exministro Boyer. ¿Hay una imagen más carpetovetónica que la de Tejero el 23 F? Improbable.
En cuanto a lo segundo, es decir las reglas propias de la política española en la democracia de la Transición, además del ya citado antielitismo, está el haber conseguido colocar sistemáticamente a incompetentes en el Ministerio de Exteriores, de manera que España ha dejado de tener una política exterior coherente. Ahora con la crisis, parece que tendremos también nuestro Coluche y nuestro Beppe Grillo, quizás Revilla el de las sardinas.
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Lo que pasa aquí sorprende en todas partes y lo que algunos se preguntan es cómo puede funcionar.
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Por otro lado, la cultura política de un lugar suele caracterizarse de manera que crea unas reglas directivas de comportamiento y ambiente. En España se da la circunstancia de que, con listas cerradas y bloqueadas, la casta política tiende a la inanidad y a la selección negativa.
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Entre los primeros, es decir los personajes grotescos, nos encontramos a Jesús Gil y Gil el ínclito alcalde de Marbella y padre de innumerables manejos investigados por la justicia; creó un partido basado en su peculiar personalidad: el GIL (Grupo Independiente Liberal). Destaca también en este ámbito José María Ruiz Mateos quien se podría haber dedicado tranquilamente a ser un gran bodeguero pero prefirió crear su imperio de cartón piedra; tras la expropiación, episodio oscuro y también propio de España, fundó un partido y debeló sin tregua al exministro Boyer. ¿Hay una imagen más carpetovetónica que la de Tejero el 23 F? Improbable.
En cuanto a lo segundo, es decir las reglas propias de la política española en la democracia de la Transición, además del ya citado antielitismo, está el haber conseguido colocar sistemáticamente a incompetentes en el Ministerio de Exteriores, de manera que España ha dejado de tener una política exterior coherente. Ahora con la crisis, parece que tendremos también nuestro Coluche y nuestro Beppe Grillo, quizás Revilla el de las sardinas.
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Lo que pasa aquí sorprende en todas partes y lo que algunos se preguntan es cómo puede funcionar.
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