“Con permiso de Alá, cada uno tendrá su parte”, dice un barbudo ante la cámara. “Por Alá, tío, estoy deseando pillarme una chica”, responde otro. “Hoy es el mercado de esclavas sexuales, tal y como ha sido decretado”, afirma un tercero, que añade: “¿Dónde está mi chica yazidí?”. El video, uno de tantos miles filmados y difundidos por los combatientes del Estado Islámico, adquirió cierta notoriedad el mes pasado al mostrar sin tapujos la actitud de estos yihadistas hacia la suerte de las mujeres -especialmente yazidíes- que caen en sus manos. Ni rastro de dudas morales o arrepentimiento. Al contrario.

Estos combatientes, de hecho, creen estar en su pleno derecho de utilizar a las cautivas para su alivio sexual, así como de comerciar con ellas. La revista oficial del Estado Islámico, Dabiq, presumía de ello: “Tras su captura, las mujeres y los niños yazidíes fueron repartidos de acuerdo con la ‘sharia’ [ley islámica] entre los luchadores que participaron en las operaciones de Sinyar. Después, un quinto de los esclavos fue transferido a las autoridades del EI para ser repartidos como ‘khum’ [botín de guerra]”, explica la publicación en uno de sus números recientes.


La compraventa de esclavas parece una realidad indiscutible. Los cabecillas de la organización, de hecho, han llegado al extremo de emitir una lista de precios oficiales en función de la edad de la mujer, más cara cuanto más joven. Las tarifas oscilan desde los 50.000 dinares iraquíes (unos 34 euros) para mujeres de más de 40 años hasta los 200.000 dinares (unos 135 euros) para las niñas menores de 9 años.
Preguntas y respuestas sobre la toma de cristianas y judías




La práctica ha creado cierta inquietud no solo entre los detractores del Estado Islámico, sino incluso entre algunos de sus partidarios, que se cuestionan su legitimidad. Por este motivo, el grupo ha publicado una “guía” resolviendo todas las posibles dudas de sus simpatizantes. El documento, llamado 'Su’al wa-Jawab fi al-Sabi wa-Riqab' (Preguntas y respuestas sobre la toma de cautivas y esclavas), fue publicado por la Biblioteca Al-Himma, la editorial del Estado Islámico, con fecha del mes de Muharram de 1436 (mediados de octubre a noviembre de 2014).
Hay una lista de precios oficiales en función de la edad de la mujer, más cara cuanto más joven. Las tarifas oscilan desde los 34 euros hasta los 135 para las niñas menores de 9 años“Está permitido tener relaciones sexuales con la cautiva”, afirma el texto, que asegura que “si es una virgen, se puede tener relaciones con ellas inmediatamente tras tomarla como propiedad. Si no lo es, su útero debe ser purificado”. Lo que legitima esta práctica, según el documento, es su “falta de fe” (en Alá). “No hay discrepancia entre los eruditos de que está permitido capturar a mujeres infieles”, insiste, incluso entre “las Gentes del Libro (judías y cristianas), y politeístas”.




El manual, editado en forma de cuestionario, responde a preguntas como “¿Se puede adquirir a dos hermanas al comprar esclavas?”. “Está permitido tener dos hermanas, una esclava y su tía paterna o materna. Pero no pueden estar juntas durante el coito”, explica el exhaustivo texto, que resuelve dudas como la permisibilidad de utilizar la técnica del ‘coitus interruptus’ para prevenir el embarazo de la esclava, “con o sin su consentimiento”, o lo aceptable de darle “palizas disciplinarias”, siempre que no se haga por placer sádico o si los golpes provocan lesiones serias o fracturas.
“Algunas yazidíes secuestradas han sido llevadas a Siria y vendidas como ‘botín de guerra’ en mercados en lugares por todo Raqqa. Vistas como bienes, estas mujeres y chicas están prisioneras en casas, sometidas a esclavitud sexual”, confirmaba, hace dos semanas, un informe de la Comisión de Investigación sobre Siria de la ONU, titulado “Gobierno de terror: Vivir bajo el ISIS en Siria”. “Mientras algunas mujeres parecen haber sido vendidas a individuos de Raqqa, otras son mantenidas en lugares de descanso en áreas urbanas. Aquellas retenidas por el ISIS están sufriendo violaciones a manos de múltiples combatientes que regresan del frente”, explica el documento.





Una mujer con niqab camina por una calle de Raqqa, 'capital' del Estado Islámico (Reuters). 







Una mujer con niqab camina por una calle de Raqqa, 'capital' del Estado Islámico (Reuters).“Algunas niñas incluso han perdido el habla”
En septiembre, el diario italiano La Repubblica publicó una entrevista telefónica con una de estas cautivas en Raqqa, identificada con el seudónimo de Mayat. “Os suplico que no publiquéis mi nombre porque estoy muy avergonzada de lo que me están haciendo. Hay una parte de mí que solo quiere morirse. Pero hay otra parte que todavía espera ser salvada, y poder abrazar a mis padres una vez más”, afirmaba la joven, que aseguraba que ella y sus compañeras eran violadas hasta tres veces al día por diferentes hombres en las habitaciones del piso superior del edificio donde las retenían. “Nuestros torturadores ni siquiera perdonan a las mujeres que tienen niños pequeños con ellas, ni a las niñas: algunas de nuestro grupo ni siquiera llegan a los 13 años de edad. Algunas han perdido el habla”, declaraba.
'Nuestros torturadores ni siquiera perdonan a las mujeres que tienen niños pequeños con ellas, ni a las niñas: algunas siquiera llegan a los 13 años de edad. Algunas han perdido el habla'La entrevista fue posible porque los secuestradores permitieron a Mayat conservar su teléfono móvil, un detalle menos sorprendente de lo que parece. “El ISIS ha publicitado sus propias intenciones acerca de estas violaciones”, subraya el informe de la ONU. “El grupo, en una revista reciente, da la bienvenida a la esclavización de las mujeres yazidíes, proclamando que uno de los signos de la Hora (del Apocalipsis) será cuando ‘la chica esclava alumbre a su maestro’. Al esclavizar sexualmente a las mujeres y chicas yazidíes y forzarlas a criar a los niños de los combatientes del ISIS, el grupo armado ve a su prole como perteneciente al padre, superior a la madre, y prevé que nazca otra generación de yazidíes”, explica la Comisión de Naciones Unidas.
A Mayat, además, según su testimonio, la obligaron a llamar por teléfono a sus parientes para atormentarles. “Para hacernos aún más daño, nos hicieron describir en detalle a nuestros padres lo que nos están haciendo”, declaró la joven a La Repubblica. El resultado es el terror que se desata entre la población cada vez que se aproxima el Estado Islámico, como el que llevó a la yazidí Ghada Salim Haji a huir de la ciudad iraquí de Bashiqa antes de que la tomaran los yihadistas. “Oímos lo que sucedía en Sinyar, que se estaban llevando a las mujeres, y huimos”, dice en un aula de una escuela de Erbil habilitada para alojar a cientos de refugiados de refugiados como ella.
Sabe perfectamente lo que le habría ocurrido si hubiese caído en manos de estos fanáticos: “Temíamos que nos quitaran nuestro honor”, dice, a modo de triste eufemismo.




De "El Confidencial" Daniel Iriarte. Estambul