11 dic 2010

Abucheos a políticos

Decía Max Weber que las formas de jerarquización de las sociedades humanas podrían reducirse a tres, las cuales a su vez se podían traducir entre ellas, éstas son a saber: el dinero, el poder y el prestigio.

















El dinero aparece como la forma de jerarquización propia de la economía, la contabilidad de las diferentes empresas ya sean públicas o privadas, ya busquen el beneficio u otro resultado es siempre en unidades monetarias.







La forma política de jerarquización es el poder, es decir la "potestas", el objetivo es precisamente que no se hunda el mundo, en ese sentido Weber contrapone al moralista de "hágase justicia y que se hunda el mundo" el político.







El tercer nivel es el prestigio la "auctoritas" es la forma de reconocer la jerarquización de autoridades religiosas, científicas o humanitarias.
















El político tiene unas posibilidades de actuación y unos derechos exorbitantes, lo que tiene que pagar a través de ciertas servidumbres, en absoluto estoy diciendo que deba exponerse a agresiones físicas o vejaciones, sino que debe admitir la crítica pública en las concentraciones legales de gente, tal y como ocurrió en el desfile del 12 de octubre.





















Si el acoso a particulares, que no gozan de escolta ni poder alguno, es coerción ilegal, el político debe dejar de pensar que su potestas le otorga auctoritas.


















Ya es excesiva, en nuestro país, la protección y encapsulamiento de los partidos políticos, presente en nuestra Constitución, en nuestra Ley electoral y en el resto del ordenamiento jurídico.

10 dic 2010

Wikileaks y la Deontología

Somos hijos de nuestro tiempo. Cuando era pequeño pasaba la tarde de los sábados viendo viejas películas de la II Guerra Mundial, en la televisión, en un programa que se llamaba Sesión de Tarde, por lo visto durante la guerra se habían realizado innumerables películas de propaganda en las que los americanos vencían brillantemente.







Mi idea de la guerra se generó viendo esas películas, y así permanece, aunque la realidad actual nada tiene que ver con aquello, y no es que las viejas películas no representaran bien el fenómeno, es que el tiempo no pasa en balde.







Mi padre, también hijo de su tiempo, no era un hombre muy piadoso ni entregado al estudio de la Teología pero a su manera creía, e iba a misa todos los domingos, si le interrogabas respondía que algo debía de haber y que a él le habían educado de esa manera. Lo que veo por la televisión, en los libros o en otros medios me obliga a rehacer mi visión del mundo, y eso es algo costoso de manera que lo hacemos pero sólo mientras queremos o podemos.


















Las filtraciones de documentos clasificados del ejército estadounidense que Wikileaks realizó en julio sobre la guerra de Afganistán, y que ha vuelto a efectuar ahora sobre la guerra de Irak, difícilmente podrán considerarse un ejercicio de periodismo en la medida en que no discrimina entre los tipos y la importancia de la información que está publicando.

















Con la excusa de buscar transparencia y revelar la verdad, les hace el trabajo sucio a nuestros enemigos los islamistas (por ejemplo revelar, tal y como sucedió en Afganistán, los nombres de los informantes del ejército estadounidense); pues, aunque muchos quieran olvidarlo, seguimos estando en una guerra global contra el terrorismo de corte islamista, y ellos, nuestros enemigos, desde luego no lo han olvidado.
















La lógica de la guerra está perfectamente representada en la actuación de Gengis Khan, que era consciente de que la no aplicación de su poder podía llevarle a la derrota y a la esclavitud; por ello, cuando sitiaba una ciudad, comunicaba a sus habitantes que tenían dos opciones: o se rendían, con lo que pasarían a ser súbditos del Khan, pagarían tributos etc., o resistían, con lo que una vez vencidos serían ejecutados todos los varones, esclavizadas las mujeres y la ciudad destruida hasta los cimientos.








Ahora se nos obliga a picar con pico de mariposa; a nuestros enemigos les salen extraños aliados en nuestros progresistas, que alimentan su buenismo y mala intención con nuestros riesgos. Se debe actuar en la guerra según la lógica maquiavélica, sin perder de vista nuestro actual humanitarismo.




















Ni es antisistema ni es antiamericano. Así se define Julian Assange, australiano, hacker, periodista radical y fundador de Wikileaks. Será entonces pura coincidencia que el próximo en hacer caer, según ha confirmado el propio Assange en una entrevista, será un banco norteamericano del que amenaza revelará escabrosos documentos. Casualidad.









Wikileaks es famoso desde que publicó, hace más de cuatro meses, miles de documentos secretos de la guerra de Afganistán sin filtrar ni comprobar, de los que no eliminaron nombres y datos que identificaban a civiles afganos que ayudaron a las tropas norteamericanas. Poco después de la publicación, fuentes taliban informaron que estaban utilizando los documentos para preparar una purga. Lógico: a caballo regalado...










Después se sacaron a la luz una cantidad cuatro veces mayor de documentos relativos a Irak. En ambas ocasiones el Pentágono y otros departamentos del Gobierno norteamericano acusaron a Assange de irresponsable y de poner en riesgo la seguridad nacional, invitándole a no causar más daño. No sólo no recapacitó, sino que amenazó con más documentos robados, con los que siguió traficando con algunos medios de comunicación.










Se ignora si alguien en Washington intentó tomar medidas drásticas para frenar el continuo chorreo de documentos secretos, pero parece que no ha sido así. Puede que la primera vez, cuando se revelaron los documentos sobre Afganistán, les pillara por sorpresa; pero a estas alturas, ¿quién no se pregunta cómo es posible que un personaje así se salga con la suya por tercera vez consecutiva?









¿No tiene Estados Unidos la suficiente capacidad, tecnología y recursos para frenar estas ciber-revelaciones? ¿O es la administración Obama, la que no ha tomado ninguna medida, no ha sabido tomarla o no ha querido manejar el tema? El caso es que existe un "zar del ciberespacio" y un cibercomando de Estados Unidos, oficialmente activado en mayo de 2010, aunque sólo recientemente ha conseguido la plena operatividad, a los que todos miran y de los que todos esperan que a partir de ahora actúe en relación a Wikileaks. Aunque no será fácil, puesto que ya se está poniendo en duda la legalidad de sus futuras operaciones ofensivas, como el cierre de parte de una red informática.











Y mientras el nuevo comando trata de arrancar un margen de maniobra suficiente, para poder emplearse a fondo en el espectro de las operaciones en el ciberespacio, creemos que es hora de exigir que Assange pague ante la justicia por haber puesto en peligro la vida de algunas personas, y hacer circular sin control informaciones importantes. Esto nada tiene que ver con acciones supuestamente neutrales destinadas a revelar abusos secretos, y contra los que él considera que abusan del poder.















No se cuestiona la veracidad de las informaciones, muchas veces secretos a voces, como que los países árabes son los que más temen un Irán nuclear o verdades como templos como que Estados Unidos está preocupado por el terrorismo. De lo que se trata es de un hecho delictivo que se puede repetir.








Por eso, más allá de que es de desear que Assange esté pronto a buen recaudo, el problema es la aparente falta acción, y la incapacidad principalmente de la Administración de Obama, de poner freno a las últimas revelaciones. Y eso que estaba avisada tras lo de Afganistán e Irak. ¿Cómo ha podido pasar una tercera vez?







En relación con Assange, éste se asemeja a un psicópata que quiere estar en el centro del espectáculo caiga quien caiga, no le importan las consecuencias de las filtraciones y es despreciado tanto por sus colegas como por sus antiguas mujeres; sin que esto tenga que ver con la extraña acusación a la que se enfrenta en Suecia, que parece hecha a propósito para realizar un juicio paralelo aderezado de filtraciones.

John le Carré







He terminado de leer la última entrega de las novelas de John le Carré; desde que descubrí su existencia, en el servicio militar, no me he perdido ninguna y aún recuerdo cómo leí la primera. En la Academia de Infantería de Toledo, lugar donde estaba realizando el curso de alférez de complemento, teníamos todos los días dos horas y media de estudio, momento en el que muchos aprovechaban para descansar de las agotadoras jornadas de ejercicios en la mañana y primera hora de la tarde, la verdad es que estudiar las materias propias del curso no llevaba mucho tiempo y yo leía novelas.













Había en aquel curso un compañero licenciado en Derecho que por lo que sé, hizo después oposiciones a diplomático, y fue él quien me proporcionó "El Topo" y "El Espía que Surgió del Frío", las primeras novelas de Le Carré que leí. A pesar de que las últimas entregas no llegan a la altura de la famosa saga de Smiley, todavía mantiene esa capacidad de seducción y ese interés por el gran conocimiento de los entresijos políticos del mundo.
















Comparándolo con otro autor, muy conocido, de novelas de espionaje como Tom Clancy, en éste, se da un conocimiento exhaustivo de las armas y las tácticas de combate modernas, en Le Carré son la psicología y la política las que priman.














Se da la circunstancia de que cuando se publicó en 1986 su pasado de espía, Le Carré seguía negando reiteradamente que hubiera pertenecido nunca a los servicios secretos británicos y por lo tanto no tenía sentido hablar de autobiografía, pero en una entrevista concedida a un periódico norteamericano en 1991, Le Carré confesó, por fin, lo que sólo era una sospecha que, efectivamente, había trabajado toda su vida para el MI6, el servicio de espionaje exterior de Su Majestad. Y la historia contenida en "Un Espía Perfecto" es, salvo algún detalle, la suya propia.

Segunda Guerra Mundial

Antes de la Segunda Guerra Mundial, los USA eran una potencia que lideraba todos los campos excepto el militar, pero no es posible desentenderse del balance de poder, si una potencia se retira, generando un vacío, atrae la agresión. La vigilancia en relación con el poderío japones en el Pacífico y el crecimiento imperial de Alemania llevaron a USA a preparar su intervención, inicialmente ayudando al Imperio británico.





















La política de fuerza nazi para construir el Gran Reich, y la conquista de "espacio vital" (lebensraum), respondían sobre todo a las decisiones, muchas veces imprevisibles, de Hitler. Al imponer su iniciativa impulsó una política de hechos consumados como la anexión del Sarre en 1935, en ese mismo año se estableció el servicio militar obligatorio, el rearme de Alemania y la creación de la fuerza aérea (Luftwaffe).























En 1936 se remilitarizó Renania, en contra de lo establecido en Versalles. La política de apaciguamiento, planteada por el primer ministro inglés Neville Chamberlain, fracasó en su intento de frenar la guerra. Esta política suponía que Gran Bretaña no se opondría frontalmente a la acción exterior nazi y permitiría la política expansionista alemana.




















En marzo 1938 se produjo la anexión de Austria (Anschluss), pocas semanas después se produjo la ocupación de los Sudetes, en Checoslovaquia. El siguiente paso fue la convocatoria de la "Conferencia de Munich" en septiembre de 1938, en ella participaron Gran Bretaña, Francia, Alemania e Italia. Sin embargo, una nueva agresión alemana contra Checoslovaquia, y su desaparición como Estado quebraron la política de apaciguamiento fraguada en esa conferencia de Munich.
























Desde ese momento, comienza una carrera desbocada hacia la guerra: anexión de enclaves en Lituania, ocupación italiana de Albania, firma del "Pacto de Acero" entre Alemania e Italia. Todo se complicó con el pacto de no agresión germano-soviético de 1939... El 1 de septiembre de 1939 Alemania invadió Polonia, el 3 Gran Bretaña y Francia declaraban la guerra a Alemania.



















En el Pacífico, Japón daba también pasos agigantados hacia la guerra: autoritarismo militar y reforzamiento del poder imperial; al igual que Alemania, buscaba un "espacio vital" en Asia, en el que conseguir materias primas y colocar sus exportaciones.










Firmó el "Pacto Antikomintern" en 1936 y reforzó su alianza con Alemania. Japón invadió Manchuria, en China y, a partir de 1938, anunciaba el objetivo de crear una "Gran Asia". Desde el comienzo de la guerra en Europa y el debilitamiento de las principales potencias coloniales (Gran Bretaña, Francia y Holanda), Japón emprendió su cadena de invasiones: Hong Kong, Filipinas, Singapur, etc.





















El ataque a Pearl Harbour el 7 de diciembre de 1941 fue la demostración del gran poderío militar nipón, y al mismo tiempo el golpe que forzó la entrada en la guerra de los EE.UU.




















Roosvelt entra en la guerra, y el escenario internacional cambia completamente; tras la guerra, el Imperio británico no podrá sostener económicamente su hegemonía.





















Los norteamericanos lanzaron la bomba atómica con dos intenciones: conseguir una rápida rendición del Japón, disminuyendo el número de bajas norteamericanas y hasta japonesas (el bombardeo convencional de Tokio tuvo más bajas que Hiroshima y Nagasaki juntas) y aconsejar a los soviéticos sobre el poderío norteamericano.




















Tras el fin de la guerra, en los juicios de Núremberg y Tokio, se realizó una purga al nazismo y al nacionalismo japones, eliminando a los altos cargos políticos, y se dictaron las leyes de Núremberg contra los experimentos, no consentidos, en humanos; pero los aliados ficharon a todos los científicos y mandos secundarios nazis o japoneses que pudieron, llevándose sus secretos, como Mengele o Von Braun .

Huelga de controladores

Coruña Liberal exige la dimisión del ministro de fomento. Pura incompetencia es el resumen en dos palabras de la gestión del gobierno en el conflicto laboral de los controladores aéreos.








El caos en el espacio aéreo español no es sino la consecuencia de la soberbia e incapacidad del ministerio de Fomento. El conflicto iniciado con la huelga de este verano, lejos de abordarse con profesionalidad y sentido común, lo cierra bilateralmente el ministro con unas modificaciones en el convenio de los controladores que vician aún más el problema, al considerar como fórmula mágica la reducción de horas extras máximas cuando AENA no cuenta con más controladores que puedan cubrir las horas precisas para el correcto funcionamiento del espacio aéreo







El Real Decreto del viernes, agrava el problema, al tomar medidas jurídicamente cuestionables sobre los derechos laborales de los controladores.







La manifiesta ineptitud del ministro del fomento se focaliza más si cabe, con amenazas que no solucionan ni un ápice el problema. La militarización es absurda, cuando no se cuenta con la licencia europea ATC que permitiría a los controladores militares ejercer sus funciones para el tránsito aéreo civil; cuando no contamos con el número suficiente de controladores militares, y cuando el sistema de control militar difiere sustancialmente del sistema de control aéreo civil.







Y el último Real Decreto donde se declara el estado de alarma es sencillamente una exageración difícilmente digerible para un demócrata, aunque da ejemplo del significado del talante en el vocabulario socialista: la resolución de conflictos laborales a golpe de Estados de Alarma.







Es injusto, por parcial, estigmatizar a un colectivo que está viendo cómo se machacan sus derechos laborales vía Real Decreto. La mayoría de ciudadanos desconoce sus jornadas, sus turnos, su disponibilidad y su retribución. Se les tilda de trabajadores privilegiados desconociendo absolutamente todo sobre ellos, dejándose llevar por la campaña de propaganda orquestada contra ellos, una foto fija, a la que no pueden ni contestar al no tener acceso a los medios de comunicación, máxime en un estado de alarma. ¿No serán privilegiados los políticos que no se ganan lo que cobran?







Y aunque cuesta, no tendríamos que olvidar lo que va a significar el Real Decreto del viernes. Solucionado de forma estalinista el primer conflicto, aún queda por explicar: ¿por qué se venden los aeropuertos de Barcelona y Madrid? ¿Por qué se vende un negocio tan rentable para las arcas públicas como es la Lotería Nacional? ¿Qué será de los parados de larga duración? Son muchas más respuestas las que necesitamos.

4 dic 2010

El 23 de febrero de 1981

El 23 de febrero de 1981 fue un punto de inflexión en la historia de lo que se suele llamar transición política, aunque estrictamente habría que llamarlo post transición. Como he señalado en otras entradas la transición fue obra del franquismo, siendo el Rey el motor del cambio y las instituciones franquistas el mecanismo. El pueblo español fue pasajero en el cambio y poco a poco participó cada vez más hasta llegar al régimen actual.




















Las cortes de Franco votaron y dieron paso a una nueva Ley fundamental que señaló el proceso de la Ley a la Ley, se aprobó una Ley electoral y se legalizaron los partidos políticos incluido el Partido Comunista. Las cortes surgidas fueron constituyentes y esa es nuestra actual Constitución.
























Pero el proceso no estuvo exento de dificultades; tanto la crisis como el paro, la tensión terrorista y la legalización del PC despertaron las iras de sectores militares y civiles, aunque estos a la hora de las votaciones seguían la teoría del voto útil.









El sistema estuvo a punto de quebrar ante el desarrollo de los estatutos de autonomía de Cataluña y el País Vasco; en 1981, tras una accidentada visita del Rey al parlamento vasco, se produjo el golpe del 23 de febrero. En realidad, lo que se pretendía era una solución a lo De Gaulle, con un gobierno de concentración al que el Rey no hubiera hecho ascos, pero las cosas se torcieron ante la imposibilidad de convencer a Tejero y el Rey paró el tejerazo.




















Las consecuencias del golpe fueron algo así como las de la aplicación de una vacuna, de manera que los sectores minoritarios del ejército con ambiciones golpistas vieron el total respaldo de las FFAA al monarca. Las fuertes condenas a un reducido y selecto grupo de responsables, la creación de la llamada brigada de inteligencia anti golpe y la aprobación de la LOAPA dieron salida al asunto. Hoy día los efectos del golpe hace tiempo que no existen, solamente queda una imagen reforzada del Rey.





















Con respecto a la figura de Tejero, hay que decir que fue el que inició el Golpe y el que, al mismo tiempo, imposibilitó que tuviera validez, porque quería un golpe duro y no un golpe blando, que era lo que buscaba Armada.

La legitimidad monárquica

A veces la historia tiene sus bromas, como por ejemplo cuando se empeña en reírse del concepto de legitimidad, concepto, esta vez sí, discutido y discutible. La política, sin embargo, es más pragmática cuando diferencia la legitimidad de origen con la legitimidad de ejercicio.
























A continuación analizaré algunos casos de legitimidad cuando menos dudosa. En primer lugar: ¿dónde quedará la legitimidad de los Trastamara descendientes de una querida del rey? Yo ni quito ni pongo rey sólo ayudo a mi señor. ¿Quién era el monarca legítimo, el Archiduque de Austria o Felipe V de Borbón, que dirimieron la cuestión en una guerra civil europea?




















Y tras la muerte de Fernando VII, ¿quién tenía razón Carlos María Isidro o Isabel II?





















El final de la monarquía de Alfonso XIII se produjo por los resultados de unas elecciones municipales que en realidad ganaron los monárquicos, que fueron quienes entregaron el poder al gobierno provisional de la República; claro que el rey había nombrado antes al dictador Miguel Primo de Rivera conculcando la Constitución.





















Para qué hablar de la intentona revolucionaria del 34, y posteriormente de las actividades antidemocráticas del Frente Popular, que dieron lugar a un doble golpe de Estado: el de Franco y el del propio Frente Popular en su zona, que no respetó la Constitución de 1931 y eliminó a la mitad del Parlamento. Se puso fin así al "Estado Integral de la República", susceptible de integrar a los nacionalismos en el patriotismo constitucional.
























El franquismo se refugió en el derecho de victoria y en la legitimidad de ejercicio, que fue precisamente la que heredó Juan Carlos I en 1975; luego, consiguió la legitimidad de origen monárquico, no sin discusión, cuando abdicó de sus derechos el Conde de Barcelona; finalmente consiguió la legitimidad democrática, que le llega tras la aprobación de la actual Constitución en 1978. Claro que la legitimidad de ejercicio se la ganó en los sucesos dudosos de febrero de 1981.

La Constitución española de 1978

Decía el proetarra Otegi que el régimen surgido de la transición había fracasado; y claro, esto no pasa de ser un mal deseo del individuo en cuestión. Según la definición de Andreotti en política para no fracasar hay que durar, y en ese sentido el régimen de la II Restauración o de la Constitución de 1978 ha sido un éxito completo. Se ha hecho un cambio-reforma desde el franquismo, "de la Ley a la Ley", que dura ya 32 años, y con el añadido de 3 años en la transición estricta, son 35 años, casi un ciclo político de la historia de España.









El cambio se ha realizado internamente, sin intervención decisiva del exterior, al contrario que en Francia, Alemania, Italia y el resto de Europa occidental en las que la salida de la dictadura se hizo con ayuda del ejército americano, o de los países del Este en que se hizo con ayuda de la URSS de Gorbachov y la Rusia de Yeltsin que deshicieron el Imperio de la URSS de Stalin.









No era España especial cuando comenzó el franquismo; antes de la II Guerra Mundial, eran dictaduras Portugal, Alemania, Italia, Albania, Bulgaria, Grecia, Hungría, Polonia, Rumanía y la URSS.






























La Transición Española comenzó el 22 de noviembre de 1975, al ser coronado Juan Carlos I como rey de España, dos días después del fallecimiento de Francisco Franco. Terminaban así casi cuarenta años de dictadura en España, que habían comenzado tras el triunfo de los "nacionales" en la Guerra Civil.
























Existen dos grandes teorías contemporáneas sobre el momento en que se puede dar por concluida la Transición. Por un lado está la tesis que apunta a junio de 1977 cuando se celebraron las primeras elecciones democráticas en España desde febrero de 1936. A partir de este momento gobernaría la UCD (Unión del Centro Democrático), encabezada por Adolfo Suárez. Sin embargo, hay teóricos que apuntan a octubre de 1982 para determinar el fin de la Transición. En ese momento el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) obtuvo una histórica mayoría absoluta. De esta manera, un partido de izquierdas gobernaba en solitario, por primera vez, en un régimen monárquico.


















El contexto diplomático y político internacional fue notablemente más favorable en los años setenta que en los treinta. A pesar de que la Guerra Fría, entre los dos grandes bloques, seguía dominando las relaciones internacionales el inicio de la transición española se desarrolló en el contexto de un deshielo incipiente. La cumbre celebrada entre Ford y Brezhnev en Vladivostok en noviembre de 1974 supuso un nuevo hito en las relaciones entre las grandes potencias e hizo posible un ambiente más distendido, que tuvo como fruto la firma de la "Declaración sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa" en julio de 1975.

















Las etapas de Suárez en la transición son tres fundamentales: en la primera se consiguió sacar adelante la Ley de Reforma Política, que fue aprobada por las Cortes franquistas gracias a los buenos oficios de Torcuato Fernández Miranda, de Fraga y con la colaboración de Miguel Primo de Rivera, sobrino del fundador de Falange; fue aprobada en referéndum nacional en condiciones democráticas, cuando los partidos tolerados apelaban a la abstención activa y el Búnker al no.









Suárez implicó a los partidos políticos en la consolidación económica de los "Pactos de la Moncloa", legalizó a los partidos incluido el Partido Comunista, aunque ahí se enajenó el odio de algunos militares, y convocó elecciones generales a Cortes constituyentes con la presencia de todos los partidos, aunque la ultraizquierda tuviera que presentarse como coaliciones electorales, elecciones que ganó.











En el segundo, negoció una Constitución sacando de la chistera el "Estado de las Autonomías" con el complicado puzzle del café para todos; una Constitución claramente escorada a la izquierda; luego, convocó nuevas elecciones que volvió a ganar.










En el tercero, negoció unos Estatutos de Autonomía excesivos que hoy día marcan la agenda nacional y se empecinó en políticas que casi hacen fracasar al sistema en el 23F donde, sin embargo, mantuvo el tipo con Gutiérrez Mellado y con Carrillo.






































La Constitución de 1978 encierra luces y sombras; si la acción política hay que verla en un tiempo y en un lugar, yo volvería a votarla ya que fue una salida a la situación de aporía en la que estábamos; sin embargo, entonces, pensé que sus defectos serían corregidos en el futuro y desde luego no ha sido así.




















Quizá, como consecuencia del largo periodo sin partidos legales, se dota a estos de una preeminencia desorbitada. En el artículo 2º se introduce el término "nacionalidades" que como dijo Cela, el senador real, o es simplemente un atributo de la nación o no sabemos lo que es. Se dota al Estado de fuertes competencias en materias propias de la libertad de cada uno y no se respeta suficientemente la propiedad privada de los pobres.











En el Título VIII se crea una nueva administración pública, con un prolijo sistema de competencias, que será el pivote sobre el que girará el Estado; sin embargo, el artículo 150 abre un portillo a la transferencia a las autonomías de competencias del Estado, dejando el proceso indefinidamente suelto.









Los sistemas de garantías como la independencia del Poder Judicial, la independencia del Tribunal Constitucional o la del Tribunal de Cuentas quedan excesivamente en manos de los partidos; también obliga a que la circunscripción electoral sea exclusivamente la provincia, lo que impide a los nuevos partidos prosperar y da un poder excesivo a los partidos nacionalistas.





















Hoy en día, los defectos enquistados de esta Constitución unidos a un gobierno decidido a manipular la Ley sin control para sus objetivos cortoplacistas y la más brutal crisis económica, sobrevenida después del periodo de prosperidad más grande de la Democracia, nos llevan inevitablemente a una crisis nacional y al fin de un ciclo histórico.