12 ago 2012

El hambre

No voy a hablar en esta entrada del hambre como sensación orgánica, es decir gana de comer, hablaré del problema social que ha supuesto el tener que alimentar a la humanidad, del cazador al agricultor y luego a la sociedad de la abundancia.

















He oído en la radio una crónica de la crisis en España, donde se cuenta que los comedores de caridad, ya sean públicos o privados, se encuentran desbordados ante la cruda realidad de la vida aunque podamos permitirnos alimentar al hambriento como en la Sevilla del siglo XVII; pero no siempre ha sido así, durante la mayor parte de la historia la escasez ha sido la norma.














De esta manera, los cazadores recolectores dedicaban la mayor parte de su tiempo a cazar y recolectar frutos para ellos, incluso en las épocas de abundancia la búsqueda del alimento era perentoria. Después del descubrimiento de la agricultura se diversificaron las formas de producción de alimentos, de forma que incluso era posible guardar grano para las épocas de hambre. Con el desarrollo del comercio agrícola era posible incluso paliar el hambre de unas zonas con la abundancia de otras, siempre y cuando éstas recibieran compensaciones de las otras.














El incremento de la producción humana y la sobreexplotación pusieron en peligro la estabilidad a plazo; no quiere decir esto que se cumplieran las amenazas de Malthus ya que enormes extensiones de mar y tierra pueden ser explotadas de forma diversa, diversidad que aun será mayor en el futuro. Así mismo, la protección del medio ambiente con una explotación racional da un gran margen. No, a lo que me refiero es que zonas tradicionalmente agrícolas perdían productividad por sobreexplotación; sin embargo, los paliativos tradicionales: barbecho y abonado no eran suficientes y se recurrió al abonado químico, a la selección de especies, la hibridación y a los biocidas y fitosanitarios. De estos últimos se ha desarrollado toda una ciencia para evitar los efectos secundarios y sobre el medio ambiente.













Ahora estamos en la frontera de los transgénicos, donde será necesario estudiar la forma de minimizar sus efectos sobre la biodiversidad. La tierra produce alimentos para todos en abundancia y aun producirá más, estamos en condiciones de producir alimentos industriales y además permitirnos tonterías como la de los biocombustibles.

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