15 nov 2014

Las cloacas del Estado

Desde que existen Estados complejos, e incluso antes, ha sido necesario realizar tareas sucias, ocultas; alejadas del honor, de la fama y de la opinión pública. Quienes trabajaban en esa tarea lo hacían por patriotismo, por dinero, por afán de aventura o... por fidelidad. En el Estado hay sumideros y lugares donde la basura que genera la acción de gobierno es expulsada. A eso se le llama las cloacas del Estado y sus habitantes son las ratas. 











En todas las cloacas hay ratas; las cloacas permanecen y las ratas pasan.  En España, como no podía ser de otra manera, existen también esas cloacas. El número de los casos conocidos es grande pero probablemente no mayor que los que surgen en otros países; estos casos son los efluvios que a veces emergen de las cloacas y alcanzan la calle. 






Me situaré en un terreno difuso en el tiempo, entre el final del régimen anterior y la transición. La muerte en atentado del Presidente del Gobierno almirante Carrero Blanco, en su momento, fue calificada simplemente como atentado de un grupo terrorista realizado en Madrid precisamente en el día en que comenzaba el juicio por el proceso 1001, precisamente a pocas manzanas de la embajada de los Estados Unidos. No pocos miembros de la policía fueron frenados para no estorbar al comando de bisoños terroristas; incluso algunos soplones levantaron la liebre pero no se hizo nada, ETA recibió información y apoyo de sectores extremistas del PCE en algún caso sospechosos de infiltración. 






Años después, en plena transición, el Estado reclutó en sus cloacas a aquellos que quisieron servir en la única misión de defensa de la democracia que ha tenido pleno y pronto éxito. Previamente ofreció la reserva transitoria para que aquellos que no se sintieran entusiasmados de defender lo contrario de lo que defendían antes se viesen animados a abandonar. Los que quedaron pudieron servir a Dios y al diablo por dinero, por poder, por prestigio...El caso es que al conocer los entresijos de las camadas negras desde dentro, no en vano las habían formado ellos, pudieron inhabilitarlas sin problemas.







El 23F actuó a modo de vacuna para desactivar cualquier trama militar que pusiera en peligro la deriva del nuevo "Estado de las Autonomías"; nadie volvería a pensar en "reconducir" la situación al margen de los poderes dominantes. Así mismo sirvió de aviso a navegantes a propósito de los límites autonómicos.








Luego le tocó el turno a ETA; poco, pues el invento les servía para encuadrar a la población e incluso para deshacerse de personal molesto. Se trataba de convencer a ciertos poderes fácticos de que el gobierno del PSOE iba a ser tan duro con ETA como lo habían sido los gobiernos anteriores, si no más. También se trataba de convencer a cierta juventud vasca de los costes de las aventuras y de aprovechar la magnífica veta de los "fondos de reptiles". 









En el 11M nos hicieron creer que unos chorizos dedicados a la venta al por menor de hashish eran capaces de organizar y ejecutar el mayor atentado terrorista de la historia de España, en una compleja acción militar de arriba a abajo. 








Cuando les convino frenaron acciones policiales contra ETA; esto es lo que debió pensar el propietario del Bar Faisán cuando le llegó el chivatazo. 
¿Será el proceso catalán una acción encubierta para distraer a la ciudadanía y provocar un cambio constitucional en beneficio de las ratas? ¿Qué papel desempeña el conde de Godó tan amigo de "el lobo"? 
Son preguntas necesarias para explicarnos nuestra situación como juguetes del destino en esta pobre España.

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