7 nov 2017

Autodeterminación

El día 1 de noviembre de 2017, día de Todos los Santos, se publicó un artículo en el Diario de Noticias de Navarra, periódico nacionalista, con una serie de encuestas sobre la opinión de los ciudadanos de Cataluña en relación con la independencia
Los diversos medios están haciendo públicas encuestas según se van desarrollando los acontecimientos pero lo curioso, independientemente del crédito que quieras dar a cada uno, son los cambios que se producen a lo largo del tiempo en la opinión pública. No puedo dejar de pensar en la frivolidad que supone querer dirigir la historia a golpe de referéndum de manera irreversible. Ya sé que las votaciones no son lo mismo que encuestas, que la gente piensa más y mejor en las primeras pero aun así parecería que si el plebiscito se hiciera el lunes habría independencia, y conociendo a los nacionalistas se crearía un gobierno dictatorial que imposibilitaría cualquier reversión, y si se hiciera el martes se mantendría la unidad; con el costo tremendo que supone la primera. 






En la India, cuando se independizó de Inglaterra en la crisis del Imperio Británico posterior a la Segunda Guerra Mundial, contando con el aval de la ONU y el acuerdo británico, con el colchón inmediato de la Commonwealth, se reunió un Congreso Nacional con presencia de diputados electos, confesiones religiosas, príncipes y gobiernos regionales, y autoridades económicas y sindicales. Un debate nacional que dio lugar a una Constitución y a un partido, el Partido del Congreso. 
Se negociaron a fondo todas las cuestiones y eso que el hinterland de la nueva nación y su espacio geopolítico, y geoeconómico, eran distantes de la decadente Inglaterra. 






Un simple referéndum no puede decidir lo irreversible; según la Ley, la Constitución y el sentido común debe haber otra cosa. 
En estas direcciones se puede discutir sobre la Clarity Act canadiense que zanjó el debate en el Quebec y otras opiniones que no necesariamente comparto. 



En cuanto a la transgresión de la Ley, la malversación de fondos públicos, la sedición y el golpismo está claro que la única solución es la cárcel.
















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