9 jun 2023

El hombre en el castillo

Philip Kindred Dick (Chicago, Illinois; 16 de diciembre de 1928-Santa Ana, California; 2 de marzo de 1982), más conocido como Philip K. Dick, fue un escritor y novelista estadounidense de ciencia ficción, que influyó notablemente en dicho género. Trató temas como la sociología, la política y la metafísica en sus primeras novelas, donde predominaban las empresas monopolísticas, los gobiernos autoritarios y los estados alterados de conciencia. 
 
 
En los años sesenta formó parte de los movimientos contra la guerra de Vietnam; ya en sus tiempos estudiantiles se había negado a formar parte de la milicia universitaria pues se sentía ganado por la ideología pacifista. En su momento, rompió relaciones con su padre dado que éste defendía el lanzamiento de las dos bombas atómicas sobre el Japón.

"Toda su obra parte de la asunción básica de que no puede haber una única realidad objetiva; todo es una cuestión de percepción. La tierra puede temblar bajo tus pies. Un protagonista puede verse viviendo como sueño de otra persona, o entrar en un estado inducido por drogas que de hecho tenga más sentido que el mundo real, o aparecer en un universo completamente diferente". "Somos topos ciegos, que se arrastran y se meten en el suelo, percibiendo el mundo con nuestros hocicos. No sabemos nada. Lo comprendí de pronto... Y ahora no sé adónde ir. No hice otra cosa que chillar de miedo y escaparme".

 

 

Los universos alternativos y los simulacros son artificios argumentales habituales, presentando mundos ficticios poblados por personas normales y corrientes, en lugar de elites galácticas. Como indica Ursula K. Le Guin: "No hay héroes en los libros de Dick, pero hay actos heroicos. Uno se acuerda de Dickens: lo que cuenta es la honradez, constancia, amabilidad y paciencia de la gente ordinaria" 

 

 

En el tiempo que ejerció como militante pacifista observó que la actuación del FBI no se correspondía con el respeto a los derechos constitucionales ni con lo que debería ser una policía democrática. Entonces se le ocurrió el argumento de la novela "El Hombre en el Castillo", una ucronía en la que los nazis habían ganado la Segunda Guerra Mundial. En la novela hay de todo: universos paralelos, interactuación entre éstos, acción militar... pero lo que Dick quería decir, en su mente enrevesada, es que creíamos haber vencido a los nazis pero en realidad eran ellos los que habían ganado colándose en nuestras élites, en nuestra sociedad.


Dick murió en 1982 cuando la realidad se acercaba a algunos de sus delirios pero ¿no tendría razón? ¿No asistimos al fin de Occidente en el triunfo de la Agenda 2030 y el transhumanismo? Quizá nuestras élites están llevando a cabo el sueño de los nazis sin sus prejuicios.

Es una guerra contra el pueblo y una guerra con víctimas y destrozos. La clase media, la agricultura, la energía, la familia, la industria, la libertad de movimientos y en último extremo la libertad y la vida.

Como situación extrema tanto para quienes la libran como para quienes la sufren, la guerra supone un cambio cualitativo en toda la población afectada y en el contexto en el que se produce. La guerra no es solo el aspecto militar ni la miseria que supone para la población que vive y muere entre las consecuencias militares y económicas, sino que modifica todo el ecosistema geopolítico, político, económico y social en el que se desarrolla. Aunque la información siempre fue poder, la rapidez con la que actualmente circula la información por el espacio digital -e incluso, al menos en comparación con épocas anteriores, también el analógico- hace aún más importante el aspecto mediático y la lucha por la imposición del discurso. Y al igual que en el frente, aquí también se producen excesos y demostraciones interesadas que, aunque no se correspondan con la realidad, sirven a las partes en conflicto para manejar la narrativa y crear un determinado estado de opinión que les sea favorable.

 

 

Vamos al matadero convencidos de las ideas de nuestros asesinos, creemos salvar el planeta y estamos siendo masacrados.

Es una guerra y en la guerra hay que espabilar. Diferenciar al amigo y al enemigo en la maraña de la niebla de guerra y actuar en consecuencia. Oponernos con toda nuestra fuerza y cada uno con sus posibilidades a sus designios, a los designios del enemigo.

 

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://www.verdadypaciencia.com/2023/06/hacia-un-imperio-global-la-humanidad-condenada-a-una-prision-unipolar-y-a-un-gulag-digital.html

Anónimo dijo...

https://eljineteinsomne2.blogspot.com/2009/02/philip-k-dick-y-la-maquina-preservadora.html