25 oct 2017

Contradicciones

Como decía ayer, el devenir de la crisis catalana está pasando factura a PODEMOS por su postura un tanto sectaria y antinacional. Son numerosos los que, entre los "militantes" y los votantes de la formación, no entienden que un partido de vocación "nacional" y de izquierda se alinee con la burguesía nacionalista para debilitar al Estado con el que quieren hacer la redistribución.
Voy a comentar la publicación que Iglesias ha hecho en  Facebook sobre la postura de PODEMOS. (No sabemos en realidad cuántos militantes tienen).




 

España vive una crisis de régimen que tiene al menos tres dimensiones: la social (el empobrecimiento continuo de las clases populares, así como el deterioro del nivel de vida y las expectativas de los sectores medios); la institucional (la corrupción y el patrimonialismo de Estado del Partido Popular no es la excepción sino su regla de gobierno); y la territorial, sobre la que tratan estas consideraciones.
La crisis más que de régimen es el resultado de la crisis económica que ha afectado al mundo entero. Según el programa de PODEMOS hay que subir los impuestos a los ricos; dado que éstos no pagan sino que invierten, subirán los impuestos a las clases medias. La corrupción es sistémica a todos los partidos con poder en España.

 


La crisis de régimen que vive nuestra patria la reconocen incluso las élites (políticas, económicas, mediáticas) que dirigieron el régimen del 78 y que mantienen una parte de su poder. La figura política más importante de nuestra historia política reciente, Felipe González, lo reconocía sin ambages en la recepción real del 12 de Octubre: «Soy un orgulloso representante del régimen del 78». Aquella recepción fue la imagen de una conjura monárquica para superar, mediante una restauración conservadora y centralista, la crisis española.
La conjura es, en todo caso, de los nacionalistas catalanes y su gobierno. Vemos pues conspiranoia en Iglesias. No hablaré del siguiente párrafo en el que cita con mal gusto al piloto fallecido y más que un análisis es un deseo.

 


Aunque en la foto del 12 de Octubre había mucho poder (político, militar, económico, etcétera), no había —ni de lejos— tanto como el que atesoraban las élites hace cuarenta años y, desde luego, allí había mucho menos talento de Estado.
Sólo alegar que la situación actual justifica la pérdida de poder elitista; estamos en la UE, hay una democracia consolidada, formamos parte de organizaciones internacionales...




El mismo hecho de que se les vea y se les perciba como «bloque» les debilita. Un proyecto de régimen que se precie necesita un Gobierno, pero también una oposición creíble como tal. Pero la oposición no fue a Palacio.
Creo que la gente entiende perfectamente la cohesión en asuntos de Estado y que no les debilita, debilita a PODEMOS al que se confunde con el enemigo.

 
 
 
 


Hoy, el nuevo acuerdo entre el PP, el PSOE y la nueva extrema derecha que representa Ciudadanos implica de facto la ruptura del pacto territorial. El espíritu del 155 como política de vulneración de derechos y libertades democráticas no tiene por qué quedarse en Catalunya. De hecho, dirigentes del PP ya han amenazado con aplicar algo parecido en Euskadi y en Castilla-La Mancha (en esta región el PSOE gobierna con nosotros).
Calificar a Ciudadanos como extrema derecha sólo puede hacerse desde la extrema izquierda. Quienes han incumplido el pacto y buena parte del Código Penal han sido los nacionalistas y su Govern. Nuevo ataque de conspiranoia.




El bloque monárquico tiene a su disposición todos los recursos coactivos para desarrollar su proyecto, pero carece —a diferencia de lo que ocurrió hace cuarenta años— de la capacidad política integradora imprescindible para que España sea viable como realidad política y territorial a medio y largo plazo. 
Cuando España deja de ser viable es cuando se rompe el imperio de la ley, se entrega la educación, los medios públicos y la policía a los golpistas.




El diálogo sin condiciones que reclama la mayoría de la sociedad catalana y de la sociedad española (como señalan varias encuestas) es incompatible con una situación de administración colonial de Catalunya. 
El diálogo "siempre" es con condiciones. Lo de administración colonial a los reyes del proteccionismo debe ir de coña.








El problema de una declaración de independencia no es tanto su ilegalidad (o su unilateralidad) como su ilegitimidad.
El problema es de legalidad y de legitimidad.




La movilización política del pasado 1 de octubre por parte de los partidarios del derecho a decidir fue imponente y épica, dadas las condiciones en las que se desarrolló. Es un hecho destacado que más de dos millones de ciudadanos catalanes expresaran su voluntad política.
Fue grotesca, sin garantía y con pucherazo. Si la abducción del pueblo que hemos dejado se produzca es legitimidad, ¿era legítimo el régimen de Hitler?






Un referéndum legal y pactado, además de ser una solución democrática, es la única solución que puede asegurar que Catalunya siga formando parte de España.

La mera posibilidad de un referéndum ya es de facto la independencia, con las consecuencias que ya se vislumbran. Sólo votan los indepes motivados con lo que se sesga el resultado, la historia no se hace a golpe de plebiscitos.




Cuando el PP forzó que el Tribunal Constitucional (TC) hiciera saltar por los aires el Estatut (aprobado en el Parlament, en el Congreso de los Diputados y por el pueblo catalán en referéndum), también hizo saltar por los aires buena parte de las bases del pacto territorial que había hecho viable España como un Estado que integraba una territorialidad plurinacional compleja.
Ahora resulta que la garantía del TC quita legitimidad. Los recursos de anticonstitucionalidad no sirven porque la Ley no importa sólo la política, la de PODEMOS.

Y así podríamos seguir por todo el engendro. Me limito a transcribir lo que Carolina Bescansa ha dicho en público, tras repetirlo 1000 veces internamente, cuando la han cesado.


















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