24 oct 2009

Ágora









El cine es un arte, y no está sometido a la servidumbre de la ciencia, salvo los documentales históricos que deben ser medidos de acuerdo a su papel de archivo y apoyo a la investigación o a la divulgación. Podemos hacer películas publicitarias o propagandísticas, como vemos en las campañas electorales, pero el cine comercial sólo pretende crear un producto agradable y bien construido, claro, y a ganar dinero.





















Alejandro Amenábar es un buen director de cine que en su día apareció como un soplo de aire fresco en el panorama cinematográfico español. Películas como "Tesis", "Abre los Ojos" o "Los Otros" salían del estrecho margen habitual para entrar en la estela del buen cine de entretenimiento.









Pero últimamente Amenábar ha puesto su arte al servicio de las campañas agit-prop de Moncloa. Oportunismo, tesis disparatadas, manipulación grosera para mejorar la imagen de un líder político más interesado en cambiar los corazones y las mentes que en arreglar los problemas de España.









Esperemos que Amenábar vuelva al buen cine comercial, para divertirnos, y abandone la absurda misión de atacar a la Civilización Cristiana o promocionar la eutanasia, en el seno del voluntarismo tipo Alianza de Civilizaciones.











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