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El cine es un arte, y no está sometido a la servidumbre de la ciencia, salvo los documentales históricos que deben ser medidos de acuerdo a su papel de archivo y apoyo a la investigación o a la divulgación. Podemos hacer películas publicitarias o propagandísticas, como vemos en las campañas electorales, pero el cine comercial sólo pretende crear un producto agradable y bien construido, claro, y a ganar dinero.
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Alejandro Amenábar es un buen director de cine que en su día apareció como un soplo de aire fresco en el panorama cinematográfico español. Películas como "Tesis", "Abre los Ojos" o "Los Otros" salían del estrecho margen habitual para entrar en la estela del buen cine de entretenimiento.
Pero últimamente Amenábar ha puesto su arte al servicio de las campañas agit-prop de Moncloa. Oportunismo, tesis disparatadas, manipulación grosera para mejorar la imagen de un líder político más interesado en cambiar los corazones y las mentes que en arreglar los problemas de España.
Esperemos que Amenábar vuelva al buen cine comercial, para divertirnos, y abandone la absurda misión de atacar a la Civilización Cristiana o promocionar la eutanasia, en el seno del voluntarismo tipo Alianza de Civilizaciones.
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