Los romanos tuvieron un gran éxito en la tarea de colonizar la Galia. La conquista del territorio por Julio César se llevó a cabo en 10 años. En aquella época, la Galia estaba compuesta por el actual territorio de Francia, parte de Bélgica, parte de Alemania y parte de Suiza; el número de habitantes rondaba los 5000.000, cuando acabó la campaña había bajado hasta 3000.000.
A los muertos en combate por los dos bandos, había galos combatiendo con los romanos, hay que añadir: los que fueron llevados a Roma como esclavos y los que fueron como mercenarios o trabajadores de cualquier tipo; así mismo, hubo quienes murieron como consecuencia indirecta de la guerra, de hambre o enfermedades.
A cambio, los romanos enviaron a la Galia colonos que eran los veteranos de César y Craso, así como soldados licenciados del disuelto ejército de Pompeyo, en total unos cientos de miles de almas.
Con esas mimbres construyeron campamentos y ciudades y crearon una amplia red de caminos. Aunque hubo pequeñas rebeliones focalizadas y bandidaje, sólo tuvieron una rebelión general, fracasada, en el siglo II; luego, en los siglos IV y V, sucedieron lo que se puede considerar guerras civiles romanas en el contexto de la caída imperial.
La Galia fue el granero de Roma, se civilizó y romanizó hasta convertirse en el ejemplo de colonialismo con éxito; la lengua celta pervivió hasta principios del siglo IV, conviviendo con el latín; el bretón que se habla hoy es consecuencia de las incursiones británicas del siglo VI.
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