30 sept 2010

La observación

Releía, el otro día, al gran científico y erudito Julio Caro Baroja, eminente etnógrafo y estudioso de la historia y costumbres de los españoles y otros pueblos del mundo. Baroja era aficionado a las teorías fisiognómicas del doctor Lombroso.

















Lombroso dijo que las causas de la criminalidad son de acuerdo a la forma, causas físicas y biológicas. Un aspecto particularmente difundido de la obra de Lombroso es la concepción del delito como resultado de tendencias innatas, de orden genético, observables en ciertos rasgos físicos o fisonómicos de los delincuentes habituales (asimetrías craneales, determinadas formas de mandíbula, orejas, arcos superciliares, etc.).







Sin embargo, en sus obras se mencionan también como factores criminógenos: el clima, la orografía, el grado de civilización, la densidad de población, la alimentación, el alcoholismo, la instrucción, la posición económica y hasta la religión (Lombroso, César. "El delito. Sus causas y remedios").

















Un rasgo llamativo en su obra es la crudeza con que expone algunas de sus conclusiones, que resulta aún más chocante a la luz de las ideas que predominan en la criminología luego del ocaso de la escuela positiva. Esta crudeza puede deberse a la tendencia positivista a despojar al discurso científico de toda otra consideración aparte de la mera descripción de la realidad, eludiendo juicios morales o sentimentales.



















Por ejemplo, refiriéndose a lo que él llama la "terapia del delito", dice:







"En realidad, para los criminales natos adultos no hay muchos remedios: es necesario o bien secuestrarlos para siempre, en los casos de los incorregibles, o suprimirlos, cuando su incorregibilidad los torna demasiado peligrosos" (Lombroso, Cesare. "Le più recenti scoperte ed applicazioni della psichiatria ed antropologia criminale", Ed. Fratelli Bocca, Torino 1893, Cap. XIV, pág. 314).

















Otro rasgo característico de la obra de Lombroso es la precariedad de su método científico. Frecuentemente, de la observación empírica, a veces sobre la población y relaciones de causalidad escasamente fundadas, por ejemplo de la comparación entre la temperatura anual media en las distintas provincias de Italia y el índice de homicidios en cada una de ellas, concluye Lombroso que el calor favorece este tipo de delitos (Lombroso, César. "El delito. Sus causas y remedios". Traducción de Bernaldo Quirós. Ed. Victoriano Suárez. Madrid, 1902, cap. III, págs. 43 a 52).








La posición según la cual los delitos son producto de estos diversos factores determinantes, lleva lógicamente a bregar por un código penal que los tenga previstos y ajuste las condenas a la existencia de esos mismos factores, dejando de lado las preocupaciones de la llamada dogmática penal.








La pena tiene como objetivo según Lombroso la defensa social, entendida como neutralización del peligro que para la sociedad representan ciertos individuos que no pueden dominar sus tendencias criminales. Al mismo tiempo, tiene el fin de intentar una readaptación en los casos en que fuera posible.







La concepción de Lombroso torna irrelevante el estudio de la imputabilidad del sujeto, puesto que –según se deriva lógicamente de sus postulados– todos los criminales son inimputables, y cuanto menor sea su responsabilidad, mayor es su peligrosidad.








Esta idea se opone agudamente a las concepciones más frecuentes entre abogados y juristas, a quienes Lombroso criticó, sosteniendo que pretendían aminorar la pena precisamente para los individuos más peligrosos (Lombroso, César. "El Delito; Sus Causas y Remedios". Traducción de Bernaldo Quirós. Ed. Victoriano Suárez. Madrid, 1902, cap. VIII, pág.490

















Una fisiognomía de correlación científica, según la cual hay una relativa correlación estadística entre rasgos físicos (particularmente faciales) y rasgos de carácter, debido a las preferencias físicas de la persona causadas por los correspondientes rasgos de carácter, de manera que la misma causa genética subyacente causaría tal correlación.








Este tipo de fisiognomía se basa en el determinismo genético del carácter. Aunque este tipo de fisiognomía también ha sido generalmente refutado, la idea ha vuelto a aparecer en variantes modernas, como la personología y la morfopsicología, sin fundamentación empírica.















La personología, otra pseudociencia, intenta explicar cierta asociación de los rasgos físicos con valores y hábitos culturales o subculturales. Es un hecho que la mayoría de los líderes comunistas en el mundo actual tienen ojos rasgados. Pero esto se debe al hecho de que dicho rasgo incidentalmente ocupa en gran parte el mismo espacio geográfico que las manifestaciones de regímenes comunistas existentes (Asia Oriental) y no al hecho de que los ojos rasgados sean la causa de ideologías comunistas.













El principal promotor de la fisiognomía en tiempos modernos fue el pastor suizo Johann Caspar Lavater (1741-1801), quien fuera por un corto período amigo de Goethe. Sus influyentes ensayos sobre la materia fueron publicados en alemán en el año 1772 y gozaron de gran popularidad, siendo traducidos al francés y al inglés.








Las principales fuentes de las cuales Lavater pretende extraer la “confirmación” de sus ideas son los escritos del italiano Giambattista della Porta (1535-1615) y del médico y filósofo inglés Sir Thomas Browne (1605-1682), cuya Religio Medici fue leída y alabada por Lavater. En esta obra Browne plantea la posibilidad de discernir cualidades internas a partir de la apariencia del rostro:
"existe ciertamente una Fisionomía,(...) pues hay ciertos caracteres en nuestros rostros que llevan en ellos el lema de nuestras almas, en los cuales incluso un analfabeto puede leer nuestras naturalezas”(R.M. parte 2:2)















La observación es una actividad realizada por un ser vivo (como un ser humano), que detecta y asimila la información de un hecho, o el registro de los datos utilizando los sentidos como instrumentos principales. El término también puede referirse a cualquier dato recogido durante esta actividad.















La observación en términos filosóficos es el proceso de filtrar información sensorial a través del proceso de pensamiento. La entrada es recibida o percibida por alguno de los sentidos: auditivo, vista, olfato, gusto, o tacto para después ser analizada ya sea a través del pensamiento racional o irracional. Por ejemplo: individuo X "ve" a un padre golpear a su hijo, entonces individuo X "observa" y califica tal acción como buena o mala.








Las deducciones acerca de que las conductas son buenas o malas pueden basarse solo en preferencias y no necesariamente en la construcción de relaciones, o estudios de las consecuencias derivadas de la conducta observada. Con el paso del tiempo las impresiones almacenadas en la conciencia relativas a las observaciones, junto con las consiguientes relaciones y consecuencias, permitirán al individuo X construir un concepto acerca de las implicaciones morales de un comportamiento.








La característica definitoria de la observación es que trata de extraer conclusiones, así como construir puntos de vista personales acerca de cómo manejar o calificar situaciones similares en el futuro, en lugar de simplemente registrar algo que ha sucedido. Sin embargo, según Jiddu Krishnamurti, la observación no implica la elaboración de conclusiones y la creación de puntos de vista personales. Haciendo hincapié en la no acumulación de conocimientos. Esta observación, afirma, permite que la mente sea libre.















Desde luego resulta un apasionante método de entrenamiento de la imaginación, observar personas y situaciones y recrear la realidad a través de explicaciones plausibles sobre el carácter de esas personas y las situaciones que viven.








Es un poco como el método científico que contrasta hipótesis con la realidad.

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