Pensando en los conflictos que hay actualmente, después de la nefasta política de Zapatero a propósito del Estatuto catalán, me puse a repasar las diferentes etapas de la historia moderna de Cataluña, relacionando la prosperidad y el desarrollo industrial con la autonomía.
Cataluña era, en el siglo XVII, un país pobre y fundamentalmente agrícola. El comercio, que en el medievo había hecho prosperar a las costas catalanas, se había hundido por la piratería, la extensión del poder del turco y la competencia de las ciudades italianas y de Francia.
El país estaba sujeto a un sin fin de normas forales que impedían la industria y que favorecían a unas castas nobiliarias. En época anterior a las guerras del Siglo XVII, ya en el Quijote (aventura del bandido honrado), Cervantes nos presenta la realidad de la crisis económica en Cataluña, que obliga a robar a hombres honrados. La expansión americana está vedada a los catalanes y otros miembros de la Corona de Aragón, ya que los territorios americanos son de Castilla y los Reinos asociados.
Las guerras del XVII vienen a empeorar esta situación, los ejércitos de esa época vivían sobre el terreno, y ésta fue la causa del levantamiento catalán del reinado de Felipe IV, aunque después resulta que los franceses se comportaron peor, lo que favoreció el regreso del Principado al seno de la Corona Española.
En la guerra civil subsiguiente a la muerte de Carlos II, los catalanes (los poderes fácticos ) toman partido por el Archiduque de Austria frente a Felipe V. Al perder la guerra, los Decretos de Nueva Planta eliminan grandes áreas de los fueros aragoneses y, como consecuencia, se eliminan muchas restricciones a los negocios, lo que produce un fortísimo incremento de la industria y la riqueza catalanas.
El mismo Consejero Primero Casanova, perdonado por el Rey, hará fortuna como jurista y notario. Es el tiempo de los telares catalanes.
La asilvestrada época de las guerras carlistas no servirá para favorecer los negocios; el triunfo liberal, sin embargo, hará que vuelva a comenzar la prosperidad en Cataluña. La guerra carlista había sido civil también en Cataluña, recordemos a Cabrera y a Milans del Bosch.
En la Restauración, Barcelona se convierte en la ciudad de los prodigios, el poder financiero catalán viaja a Madrid, es la época de la repatriación de los capitales de Cuba y de un nuevo relanzamiento de la industria catalana.
La aplicación de la Mancomunidad para aplacar las ansias de los catalanistas autonomistas, sin embargo, no favorecerá la prosperidad.
Los conflictos sociales se cebarán, con particular intensidad, en la industriosa Cataluña; pero un dictador centralista (Miguel Primo de Rivera), que eliminará el poder sindical de la CNT, conseguirá un nuevo despertar de la economía catalana.
La II República intentará contentar a los nacionalistas otorgando autonomía, pero el caos social llevará a una crisis sin precedentes.
Tras la guerra civil y el triunfo del dictador Franco, triunfo celebrado por la burguesía catalana como ha señalado Esther Tusquets, Cataluña se va a convertir en referente económico de España. El capital catalán hace caja, vendiendo activos a las multinacionales extranjeras e invierte fuera de Cataluña; el capital español se invierte en la industria catalana y ésta saca gran provecho del mercado cautivo español.
El regreso a la democracia y la entrada al Mercado Común, así como el establecimiento de la autonomía en Cataluña, pone en manos de los gobiernos autonómicos, nacionalistas catalanes, un gran poder; siendo estos partidos determinantes en la gobernación de España.
Pero, sorprendentemente, desde 1975 a 2008 Cataluña pasa de ser el 40% del PIB español a ser el 18% y eso que, en pesetas constantes, el PIB catalán crece, pero el PIB español crece más. Los nacionalistas lo achacan al llamado, por ellos, expolio fiscal, pero claro también en la Unión Europea Alemania es la que más paga, aunque sus inversiones en países más pobres le rindan créditos en los contratos para sus empresas.
¿Qué pasa en Cataluña? Yo creo que una casta de políticos, más preocupados de construir nación que de la prosperidad, está interfiriendo en el desarrollo de la región.
Se ha instalado una cultura que impide ver lo beneficioso que el gran cliente español es, aún hoy, para la economía catalana. Elementos como el dueño del grupo Serhs no quieren verlo, el seny se olvida y aparece la rauxa.
No quiero decir que haya que renunciar al autogobierno, pero habrá que encontrar un equilibrio entre autogobierno y prosperidad. Las épocas de rauxa catalana auguran graves conflictos políticos en España y, claro, en Cataluña.
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