A propósito del éxito editorial que supuso la serie de novelas infantiles de Harry Potter, un crítico del periódico L'Osservatore Romano descalificaba esa colección de libros porque, según él, no defendía valores cristianos, por contra ensalzaba los libros de Tolkien y C.S. Lewis autores que, como es sabido, son católicos.
He podido ojear con el tiempo los libros de J. K. Rowling y he visto algún trozo de las películas del personaje, la verdad sólo se trata de cuentos infantiles, de niños traviesos que promocionan los buenos sentimientos contra unos malvados que tampoco son para tanto.
Siendo tan estrictos no se podría aceptar los cuentos de Hans Cristian Andersen, Perrault o los hermanos Grimm. Una exageración, sobre todo sabiendo que se trata de libros y películas que se puede comprar o no, no se obliga a nadie.
Otra cosa son las series juveniles de la factoría Roures que se emiten por televisión, y ya es sabido que en España la televisión es un monopolio, esas series describen una sociedad irreal y transmiten valores laicistas como si fueran cursos acelerados de educación para la ciudadanía.
Me pasó lo mismo con el artículo, del periodista de costumbres Juan Manuel de Prada con el que a veces coincido, a propósito de Avatar en el que, al margen de las nuevas tecnologías y los efectos especiales, ponía la película a parir por transmitir valores naturalistas. Yo sólo he visto una película de vaqueros, de ciencia ficción, entretenida sin más. No se debe hilar tan fino.
1 comentario:
¿Cómo te pones a hablar en base a una ojeada? Shame on you, por lo demás admirable tu blog; hablando de curas qué hay de esos que dicen que el terremoto en Haití fue designio divino por no dejar las idolatrías a tiempo. Suerte.
PD: Nunca he visto las películas, menos he leído los libros tan voluminosos; tampoco lo pienso hacer en el futuro.
Publicar un comentario