14 nov 2009

Las cantinelas ecologistas

"Desde sus inicios, la Revolución Industrial va ligada a las ciudades. Allí es donde se instalan tanto las fábricas como las familias obreras que las hacen funcionar.
El crecimiento urbano desborda las viejas murallas, haciendo surgir nuevos barrios burgueses -como los ensanches españoles- y también barrios obreros, en los que las condiciones de vida son muy duras por la falta de equipamientos (agua corriente, alcantarillado, luz, zonas verdes, escuelas y hospitales,...).

















Las lamentables condiciones ambientales de las primeras ciudades industriales se manifiestan en el aumento de las enfermedades y en un acortamiento de hasta 20 años en la esperanza de vida de los asalariados.







Como resultado de la revolución industrial, la población urbana ha pasado de 50 millones de habitantes en 1800 a 3.000 millones en la actualidad. En el año 2007, por primera vez en la historia, más de la mitad de la población humana del mundo ya vivía en ciudades. Hasta 1950, casi toda vivía en ciudades de los países ricos, pero desde esa fecha son las de los países en vías de desarrollo las que más deprisa crecen. En los próximos treinta años la población de estos países aumentará en 2.000 millones respecto a la actual.




















El actual modelo de crecimiento económico determina una aceleración en el consumo de los recursos, lo que origina una grave crisis ecológica y social.








En la actualidad, para poder mantener el crecimiento de la producción industrial, nuestra civilización se basa en el consumo, y en que los bienes sean lo más perecederos posible. Incluso se habla ya de la "obsolescencia programada" de los artículos que compramos, cuya vida útil es cada vez menor, y de la "obsolescencia percibida": aunque un producto no esté deteriorado y pueda seguir usándose, "no está de moda". Nuestra cultura es la cultura del "usar y tirar". Su implantación se ve con el aumento de los residuos que cada habitante producimos al año.









¿Por qué? Porque en la actualidad, todos los gobiernos nacionales de las principales potencias y las agencias internacionales (Banco Mundial o Fondo Monetario Internacional) proponen que el desarrollo global y la reducción de la pobreza se deben llevar a cabo a través de la expansión económica ilimitada, alimentada por mercados abiertos y por una mayor liberalización de los intercambios comerciales.


















El paradigma económico dominante promulga que el bienestar humano es prácticamente equiparable con un creciente bienestar material (el crecimiento de la renta). Este mito contemporáneo ha sido la fuerza motriz que ha marcado nuestro modelo de desarrollo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
















La globalización y la liberalización del comercio han supuesto fuertes estímulos para el crecimiento productivo y el producto bruto mundial. Y ha supuesto que el tamaño de la economía global se haya quintuplicado en los últimos cincuenta años, y triplicado desde la década de los ochenta. Pero por su parte, ha determinado que el planeta esté seriamente degradado. Y en ningún caso, este modelo ha contribuido a terminar con la lacra de la pobreza, el hambre, ni ha conseguido llevar la salud y el bienestar a toda la humanidad.

















Es más, este modelo de crecimiento perpetúa en unos casos las situaciones de pobreza en determinados países, y origina, en otros casos, nuevas situaciones de pobreza. Ya hemos visto cómo países ricos en recursos naturales no sólo no pueden beneficiarse de ellos en el conjunto de su población, sino que sufren conflictos bélicos originados por el control de los mismos.






La degradación ambiental y las crisis humanas y sociales demuestran que la contabilidad económica no tiene en cuenta determinados daños: los daños a la población y las comunidades locales e indígenas, los daños ambientales, los daños a la salud de los trabajadores, afectada en muchos procesos productivos, ni tiene en cuenta el valor de los recursos agotables, o las repercusiones sobre los servicios ambientales de los ecosistemas. Así, si se internalizaran realmente estos "costes" que no se ven, ¿cuánto costaría -de más- un producto de plástico fabricado con PVC si se incluyeran en el precio daños irreversible producidos en la extracción y transporte del crudo -vertidos/mareas negras-, en el refino, en la transformación del plástico, en su incineración, etc, etc.?








¿O cuánto costaría realmente, si internalizásemos todos los costes, un kilo de fruta tropical importada de un país del sur, incluyendo en el precio la tala de bosque tropical para su conversión a tierra de cultivo, la pérdida de recursos básicos por este motivo de las poblaciones locales pobres, la contaminación por el uso de pesticidas y fertilizantes en dicho cultivo, la carga ambiental del transporte a larga distancia del producto, o la incineración de los envases y embalajes de los mismos?







Las externalidades:
La teoría económica neoclásica explica las externalidades (es decir, efectos negativos o a veces positivos no recogidos en los precios del mercado) como "fallos del mercado". Así, para los costes "no incluidos" que hemos visto anteriormente, o si la minería destruye la supervivencia de comunidades indígenas, o si el cultivo de soja transgénica y la aplicación masiva de un herbicida afectan a la salud de poblaciones humanas, estos efectos se consideran como fallos del mercado que no da precio a esos daños. Similarmente, si el crecimiento económico basado en la quema de combustibles fósiles causa un aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera y por tanto un cambio climático, eso se debe a que los precios "están mal puestos".
Por desgracia, los precios de mercado, no hacen más que reflejar la disponibilidad actual, así como la demanda, y no la escasez ecológica, y todo este enfoque resulta incompatible con el comportamiento natural de los ecosistemas. La economía tradicional simplemente no está a la altura de la crisis ecológica al valorar sobre precio y no sobre valor".








Pensamiento ecologista.








Ante tan apocalípticas aseveraciones, se me ocurren algunas preguntas: si tan nefasto es el capitalismo industrial para la salud, ¿por qué la humanidad se desborda en un crecimiento demográfico sin precedentes? ¿Cuál es el modelo de crecimiento sostenible que permita vivir a todos? ¿Cómo se calculan los límites de la sostenibilidad?

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