"Vivimos hoy en un tiempo de gran preocupación por el cambio climático. Tememos que, por efecto de la actividad humana, el planeta se caliente más de la cuenta. Nos parece percibir que hace más calor en estos días que cuando éramos niños. Oímos que el desierto avanza y el hielo de las montañas o los polos se funde.
En resumen, el cambio climático es terreno abonado para los catastrofismos de finales del segundo milenio; pero los científicos tienen la obligación de analizar los problemas y sus causas con una perspectiva más amplia. En Geología histórica, aumentar la perspectiva quiere decir abrir la ventana del tiempo varios millones de años.
Desde hace unos 10.000 años estamos en una época cálida, que ha permitido la actual expansión de la humanidad a partir del desarrollo de la agricultura. No debemos olvidarnos, sin embargo, de que se trata de un paréntesis dentro del periodo frío que supone el último millón de años. Además, en estos últimos 10.000 años el clima tampoco ha sido absolutamente uniforme.
Ha habido momentos mucho más fríos que los actuales y tiempos tan cálidos o más que el presente, pero esos pequeños ciclos de calor y frío han durado pocos siglos y sus efectos puede decirse que son moderados.
Estas oscilaciones de pequeña escala no son nada, sin embargo, comparadas con los grandes cambios climáticos en los que se enmarca la evolución humana en los últimos 4 o 5 m.a. En este periodo se constata una tendencia general de enfriamiento del planeta que llega hasta hoy en día, al mismo tiempo que, en promedio, disminuyen las precipitaciones. Estos fenómenos no tuvieron lugar de manera uniforme, sino que estuvieron acompañados de oscilaciones o ciclos climáticos tanto más acusados cuanto más recientes".
Pensemos en las grandes glaciaciones recientes, las más conocidas, con duraciones de más de 100.000 años, con periodos interglaciares del orden de 20.000 años. La última, la glaciación de Würm, fue de 80.000 años y la anterior, la de Riss, duró 200.000 años.
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