Contaba, en otro lugar del blog, el problema que suponía para las compuertas de regulación del río Tíber, en época del emperador Trajano es decir en la mayor gloria del Imperio, el bloqueo por culpa de los restos de abortos y recién nacidos que eran arrojados al río. Por lo que se ve, el comienzo del fin de Roma ya estaba en marcha, como denunciaba Juvenal (sátiras).
Digo esto a propósito de los despropósitos organizados por la llamada política de género. Divorcio fácil, aborto, igualdad, y no equivalencia, de sexos, totalitarismo homosexual, ley de igualdad para los consejos de administración colocando a la política por encima del Derecho y de la capacidad de gestión.
De un tiempo a esta parte, ha aparecido un factor ideológico radical que profundiza en la crisis occidental; es la política de género.
Se ha instalado insidiosamente en las instancias de poder, auspiciada por un grupo de radicales que entienden la política entre los sexos de manera neo marxista. Hombres y mujeres estarían según esa posición sometidos a una dominación de clase no económica sino patriarcal.
Los proponentes de esta ideología quieren afirmar que las diferencias entre el varón y la mujer, fuera de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija que haga a unos seres humanos varones y a otros mujeres. Piensan más bien que las diferencias de manera de pensar, obrar y valorarse a sí mismos son el producto de la cultura de un país y de una época determinados, que les asigna a cada grupo de personas una serie de características que se explican por las conveniencias de las estructuras sociales de dicha sociedad.
Quieren rebelarse contra esto y dejar a la libertad de cada cual el tipo de "género" al que quieren pertenecer, todos igualmente válidos. Esto hace que hombres y mujeres heterosexuales, los homosexuales y las lesbianas, y los bisexuales sean simplemente modos de comportamiento sexual producto de la elección de cada persona, libertad que todos los demás deben respetar.
Esta ideología esconde un vuelta totalitaria al marxismo más viejo y superado, pues los marxistas de la Escuela de Frankfurt (Habermas) hace tiempo que han descartado en su dialéctica tanto la superación definitiva de las contradicciones como la necesidad perentoria de destrucción de la sociedad actual a manos de esas mismas contradicciones, (Tasa de ganancia). En realidad enmascarado con la dialéctica resurge el mito de Jauja.
Admitiendo que un comportamiento complejo, como es el sexual, no está determinado genéticamente ni es consecuencia ineluctable de una carga genética determinada, hemos de comprender que el mundo natural interactúa con la genética a través de un proceso evolutivo, de ahí el comportamiento sexual de los animales, de ahí el enfrentamiento de la sociedad con la naturaleza de cara a su supervivencia.
Por esto, pensadores que no estaban influidos por el cristianismo, pero con un sentido lógico de la sociología (Aristóteles), entendían que aspectos derivados de la natalidad y comportamientos viciosos demolían la capacidad de defensa de la sociedad, dejándola inerme ante otras sociedades más sanas.
En alianza con los obsesionados del ecologismo radical que piensan que sobramos, quieren destruir la sociedad, y en su operación está esconderse dentro de los movimientos feministas y de defensa de los homosexuales que buscan evitar los abusos contra estas minorías para arrastrar estos movimientos a una acción revolucionaria en el sentido de demoler nuestra sociedad.
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