4 oct 2010

El fin del antiguo régimen

Metternich, en el Congreso de Viena que había reunido tras la derrota de Napoleón, reorganizó Europa en beneficio de Austria que pudo recuperar todos los territorios perdidos desde la Revolución Francesa (excepto Bélgica, que se unió a Holanda) y, además, mantuvo Venecia. Todos los soberanos fueron restaurados en sus antiguos tronos y se redujo a Francia a sus fronteras prerrevolucionarias.












El Congreso de Viena fue un encuentro internacional celebrado en la ciudad austriaca, convocado con el objetivo de restablecer las fronteras de Europa tras la derrota de Napoleón I y reorganizar las formas e ideologías políticas del Antiguo Régimen. Así pues, su intención era volver a la situación anterior a la Revolución Francesa de 1789.













Después de la caída del Imperio, Chateaubriand regresó a la actividad política y sus opiniones liberales le proporcionaron múltiples enemigos. En el gobierno de Luis XVIII, antes de los Cien Días, fue Ministro de Estado y se convirtió en par de Francia. Al regreso de Napoleón desde Elba, Chateaubriand pidió a Luis XVIII que permaneciese en el trono enfrentándose a Napoleón, pero éste huyó a Gante y, con él, Chateaubriand.

















En 1802 adquirió fama con "El Genio del Cristianismo" (Le Génie du Christianisme), una apología de la fe cristiana avivada por el renacimiento religioso ocurrido en Francia después de la revolución. Se convirtió en un admirador de Napoleón, con quien tuvo ocasión de hablar de política exterior y de las campañas militares, sobre todo de la llevada a cabo en Egipto. En este tiempo, la restauración del estado confesional con la firma del Concordato con la Santa Sede, en 1801, le dio pie a creer que, de alguna forma, se restauraba el orden anterior a la Revolución.














La revolución francesa fue la manifestación política de la crisis de la Civilización Occidental. A partir de entonces la inestabilidad desembocó en una grave crisis espiritual que paulatinamente fue afectando a todas las materias. Las contradicciones que el desarrollo de la civilización estaba teniendo agudizaban todos los problemas y la política fue el primer roto. La decadencia no es otra cosa que la conjunción de un cúmulo de contradicciones en todas las materias y campos de la vida. La inercia del poderío alcanzado nos permite ser todavía hoy muy poderosos, pero sólo es cuestión de tiempo.

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