Como ya indiqué en otra entrada del blog, es decir aquí, Mario Vargas LLosa ha sido uno de mis grandes iconos en la novela. Como no soy crítico literario, ni conozco las claves de la novelística, mi impresión se basa únicamente en el gusto, en el placer que causa leer las historias de este gran contador de cuentos.
Vargas hace entretenido leer sus novelas, pero también leer sus ensayos de crítica e incluso oírle contar anécdotas de su vida. Vemos en él una vida plena realizada en su vocación de escribidor, de político, de hombre, de aventurero. Lo que hace lo hace con un extraordinario rigor, ampliando conocimientos y trabajando duro; desde luego se aprecia en él un tremendo vitalista capaz de divertirse cuando toca la juerga.
De él he leído la mayor parte de sus novelas: "La Ciudad y los Perros" en la adolescencia, "Pantaleón y las Visitadoras" en la mili y luego citar las tres que más me han hecho disfrutar: "La Guerra del Fin del Mundo", "La fiesta del Chivo" y "Quién Mató a Palomino Molero".
Sólo me queda alegrarme y felicitar al Nobel que prestigia el Nobel, larga vida y que sigas deleitándonos con tu obra Varguitas.
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