20 feb 2010

Grandezas del pasado










Lo que en 1700 Europa rechazaba, refiriéndolo a España, y así lo explicarán los autores de la enciclopedia, era su modelo de vida, aunque preferían referirse al poder hegemónico que durante más de un siglo había intentado ejercer. No, en realidad se trataba de los tres grandes significados que atribuimos al Siglo de Oro.






















En primer término la fe católica oponiéndose con las armas a la extensión del protestantismo. Esto llevaba tras de sí una concepción de la persona, del ser humano dentro de esas coordenadas, que valoraba el mestizaje como algo positivo y deseable, hasta tal punto que la mezcla de sangres alcanzaba dimensiones extremas en la América hispana.

















Luego venía el predominio de la nobleza, no tanto como clase social sino como modo de vida aplicado a la conducta humana. Todos los juicios negativos acerca del modelo que los españoles ofrecieron a Europa, se han englobado bajo un título, leyenda negra, porque juzgaban todas las ofertas hispanas como algo negativo que debía ser destruido o al menos superado.

















Una parte de la población española aceptó valores positivos en este planteamiento y, en consecuencia, defendió la teoría de la adaptación y del cambio.

















Pero otra, también suficientemente numerosa y representativa, seguía firme a los viejos principios, ya que de ellos dependía a su juicio la fidelidad a la Verdad. En ese tiempo, en la España de Felipe II en cuyos dominios no se ponía el sol, los valores españoles dominaron Europa, se forjó la América hispano-portuguesa (Portugal formó parte de España entre 1580 y 1640).















La paz de Westfalia (1648) es una especie de término de llegada. Europa rechazaba el modelo presentado y defendido con ahinco por España.








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