8 feb 2010

Las revistas científicas

En 1962, se publicó un libro que fue un importante avance de cara al conocimiento del carácter acumulativo de la ciencia.














Para Thomas Samuel Khun, autor del libro "La Estructura de Las Revoluciones Científicas", la Ciencia no es un proceso de acumulación de descubrimientos e inventos científicos que se realiza de una forma lineal, desde un pasado borroso hasta nuestros días. Antes bien, esta idea ha sido inculcada a los profesionales y estudiantes de la disciplina como consecuencia de la mala interpretación y enseñanza de los hechos científicos plasmados en los libros de texto.
















Así, se nos hace partícipes de la errónea concepción de que las realizaciones científicas actuales son la herencia de una serie de conceptos y hallazgos, unidos y transformados mediante una cuidadosa depuración de la que se han ido desechando, a lo largo del tiempo, todas aquellas cosas que hoy se definen como inservibles e ingenuas.








Esta imagen de la Ciencia, como un gran recipiente, ha desfigurado lo que es verdaderamente el transcurrir de la Ciencia. Con el fin de restablecer la Ciencia a su lugar Kuhn va a elaborar una serie de elementos que estructurarán su teoría de las revoluciones científicas, siendo el elemento vertebral la noción de Paradigma.















Normalmente los científicos aceptan como verdad las estructuras de la Ciencia tal y como las reciben en la escuela, profundizan en ese conocimiento, explican las distorsiones y los errores y se resisten a cambiar su mundo ya que es más cómodo vivir así. De ahí las grandes dificultades que suelen encontrar los científicos disidentes; únase a la comodidad un condimento de intereses establecidos económicos, políticos y de prestigio académico y encontraremos las apoyaturas inquisitoriales.












Hasta principio del siglo XX, los científicos publicaban sus memorias de trabajo de su propio bolsillo o por las editoriales universitarias, posteriormente las sociedades científicas comenzaron a ser el medio común de poner en conocimiento esos trabajos al resto del mundo científico y al público en general.















Con el tiempo, aparecieron las revistas científicas para dar cumplimiento a esta misión, esas revistas dan a conocer los trabajos, les dan carta de naturaleza y los clasifican por orden de importancia.







Si no apareces publicado en las revistas no existes, y claro la mayor parte de los trabajos se ocultan porque no son seleccionados por los equipos de asesores científicos. 

El número de revistas prestigiosas es muy pequeño y a menudo se publican revistas subsidiarias en diversos idiomas con traducciones de artículos, que son sucursales de las más relevantes, por ejemplo la revista Investigación y Ciencia que es la edición española de Scientific American.
















Los miembros de los comités editoriales reparten el espacio en las revistas según juzgan la importancia y relevancia del trabajo del investigador en cuestión, ya sabemos que ocurrirá con aquellos trabajos cuyas conclusiones incomoden al comité.









Podemos pensar que los miembros de estos comités están abrumados por la gran responsabilidad y tienen una razonable carga de deportividad, en relación con científicos disidentes, pero nada más lejos de la realidad, suelen estar encantados de formar parte del aparato de censura y de ayudar a sus amigos.

















En el periódico ABC del día 6 de febrero de 2010 en la página 80 entrevistan a Jordi Bascompte, ecólogo, que acaba de ser elegido como miembro del comité editorial de Sciance. En la entrevista, el científico deplora la idea de repartir los fondos entre los investigadores de manera general, está satisfecho de ser y ejercer la censura y carga contra los disidentes del calentamiento global de origen humano tachándolos de políticamente incorrectos. Esos científicos tendrán que publicar en otros sitios.

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