24 jul 2011

La tumba de Cervantes y el Codex Calixtinus















Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con lo que dice David Torres en el Mundo del 24 de junio; sí, los españoles somos un pueblo avergonzado de su Historia
. Es inexplicable la desafección de nuestro país a glorificar las grandezas de la patria; no sé, quizá seamos una nación demasiado vieja, quizá fuimos demasiado grandes.



















El ejemplo de Cervantes está claro, es el mayor genio de nuestra literatura, y por ende de las letras en español, y sin embargo, no sabemos donde está enterrado; sabemos sí que es en el convento de los trinitarios de la calle "Lope de Vega" de Madrid, pero no sabemos ubicar la tumba.























Es también curioso que, mucho tiempo después, alguien bautizase a esa calle como de Lope de Vega, sobre todo sabiendo la animadversión literaria y personal que se tenían ambos genios.









En contraposición, los ingleses han enterrado a Shakespeare
en el presbiterio de la iglesia de la Santísima Trinidad (Holy Trinity Church) de Stratford y su tumba está señalada a la perfección
.








Habla también del coronel Benítez, quien hallándose en difícil tesitura durante la batalla de Annual, en un cerro llamado Igueriben, fue capaz de resistir, en una posición con 200 hombres, al asalto de las hordas de Abd el Krim, hasta la muerte, como en las Termópilas.



















Otra muestra del palpable desinterés por nuestra Historia, y por la de Occidente, se puede apreciar en la noticia del robo en Santiago del Codex Calixtinus. Estamos hablando quizá del manuscrito antiguo más importante de nuestra historia, junto al Beato de Liébana, Los Milagros de Nuestra Señora y las Glosas Emilianenses; estamos hablando del acta fundacional para el Occidente europeo y sin embargo, la noticia no tuvo la relevancia de una serpiente de verano.




















Imaginaos que pasaría en Inglaterra si se hubiera producido el robo de la Carta Magna, quizá hubieran puesto al ejército en estado de alerta.









Por otro lado, la falta de rigor en la vigilancia de la sala donde se guardaba exige una asunción de responsabilidades; así como la absoluta ingenuidad del responsable, esto te hace pensar que si la Iglesia pervive es de manera milagrosa.

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