Recuerdo que en los años anteriores a mi primera comunión, una persona de mi familia, creo que una tía, compró un compendio sencillo y con muchas ilustraciones que no era otra cosa que el antiguo y el nuevo testamento, es decir la Biblia.
La Biblia de los niños, un viaje desde el Génesis hasta el Apocalipsis viviendo las aventuras de los personajes favoritos de la Biblia. En cada capítulo, nos relataban la historia, y las narraciones estaban acompañadas de referencias bíblicas, ilustraciones a todo color y una traducción fiel al original de la Sagrada Escritura. Las experiencias de estos personajes estaban contadas a través de un lenguaje emotivo y sencillo.
Gracias a eso, empecé a darme cuenta, sin yo saberlo, de la importancia que la tradición judeo cristiana tiene en nuestra civilización. Junto a esto mi familia me contaba los mitos e historias de la España y la Navarra cristianas, nuestros patrones como San Fermín o San Lorenzo circulaban por nuestra historia y por nuestra tradición religiosa.
En realidad la tradición cristiana y occidental es hija de tres fuentes fundamentales, a saber: la tradición judeo cristiana, el mundo nórdico-céltico y el mundo clásico grecolatino. De esta manera, las fuentes de nuestra tradición manan del norte del sur y del este.
La tradición nórdica autónoma ha desaparecido subsumida en nuestra cultura, lo mismo puede decirse de la tradición céltica y la civilización clásica fue nuestra progenitora pero ya no está, queda algo de la tradición judía y claro el Islam como elementos desviados de la linea de procedencia.
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