5 ago 2011

PP vs PSOE 2003- 2011

El periodo político que transcurre entre la última fase del gobierno del PP, con José María Aznar, y todo el periodo de José Luis Rodríguez Zapatero, constituye el final del régimen surgido de la transición y de la CE de 1978. Los consensos básicos establecidos, lo que viene a llamarse el suelo de Rawls, se rompen y el régimen empieza a desmoronarse.


















No es que este régimen hubiera gozado de un apoyo total e incondicional; es que los fantasmas que presentaba la izquierda, con el cadáver de Franco, comenzando una transición dirigida por su heredero, y los que presentaba la derecha, con su complejo de hijos del franquismo, lo que le llevó a ceder en las negociaciones para la Constitución lo que no debía, se pudieron paliar en un primer momento por la conjunción generacional en el nuevo PSOE y la UCD, con numerosos hijos del antiguo régimen en sus filas, y por el deseo de los españoles de no volver a caer en el enfrentamiento, de salvar el bienestar económico y de seguir teniendo esperanza.

















El PSOE en concreto fagocitó innumerables grupúsculos de extrema izquierda y a él fueron a parar también gentes interesadas en el poder (trepas). El año 1992 marca la cota máxima de un régimen que, a pesar de sus problemas de origen, había conseguido estabilizarse y durar, llegando a su puesta de largo en los fastos del 92.



















Pero a partir de ahí, las cosas empezaron a torcerse; la aparición de escándalos de corrupción y la acción conjunta del juez Garzón y un puñado de medios de comunicación minoritarios, comenzaron a poner al felipismo contra las cuerdas, de manera que la falsa amistad entre las dos partes del espectro político se resquebrajó.

















Tras la victoria electoral del PP y la llegada a la secretaría del PSOE de José Luís Rodríguez Zapatero, parecía que los consensos básicos podrían recomponerse; falsa impresión, el deterioro del régimen en realidad se agudizó con el asunto del Prestige.








Éste era un barco de bandera de conveniencia que había sufrido un accidente en la ruta al norte de Galicia; todavía hoy los expertos no se ponen de acuerdo en que habría que haber hecho; y sin embargo, Zapatero capitaneó una operación de acoso que no se compadecía con la gestión que el PP hizo de la limpieza de la costa y del pago de las indemnizaciones.









Tras esto, la Guerra de Irak; la apuesta de Aznar por apoyar la guerra contra el terror de Estados Unidos aparecía como una oportunidad de obtener contrapartidas para España, siendo además continuidad de la política exterior española con Felipe González. Sin embargo, utilizando la excusa de que la guerra era ilegal, el PSOE capitaneó de nuevo una protesta popular que casi nos retrotraía a la transición.


















El atentado de 11 de marzo de 2004 propició un ataque antidemocrático a las sedes del PP y una manipulación informativa que colocó a este partido a los pies de los caballos. Una vez en el poder, Zapatero rompió todos los consensos básicos de la transición: el proceso de paz con ETA, el Estatuto catalán, la nación española discutida y discutible, la Ley de Memoria Histórica y un anticlericalismo de salón han puesto a España al borde del despeñadero.
















Por si esto no bastase, la peor crisis económica desde la transición, primero negada y luego sin que se tomasen las medidas necesarias, ha hecho que la desconfianza, que ya hay ante la política exterior española, se extienda al terreno de la deuda financiera. Ésta es la situación ante la convocatoria electoral de Zapatero para el 20 de noviembre de 2011, aniversario de la muerte de Franco.

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