1 ago 2011

La ocultación de España

Como se puede apreciar, simplemente repasando algunas entradas del blog, me interesa mucho el fenómeno nacionalista. El nacionalismo ha surgido en los antiguos Estados, primero como una forma de lograr el apoyo de la población; será posteriormente ideología creciente en los diferentes territorios sin Estado: colonias, minorías étnicas concentradas, territorios rebeldes, etc.





 


El caso español es especial, primero porque es el mío, yo navego en esta nave de los locos que es España, pero también porque, tratándose de uno de los Estados más antiguos, ha pasado por todas las vicisitudes históricas del concepto de nación. España, nación como otras europeas anterior al nacionalismo, no se encarnó bien en el extremismo sensitivo y particularista que estos representaron, tan opuesto a una experiencia histórica universal, mestiza y abierta.




















Y sí, este país está en crisis; proliferan los nacionalismos periféricos que quieren romper, o al menos deconstruir, España; mientras hacemos, todos, la apuesta de construir la UE cada vez más como un súper Estado.









Así pues, sobre esta materia ha caído en mis manos un interesante estudio sociológico sobre la atonía del nacionalismo español y el crecimiento canceroso del sentimiento regional. El trabajo en cuestión se llama "La Dejación de España" y su autora es Elena Béjar, profesora de la Universidad Complutense de Madrid.



















El origen del libro está en la segunda legislatura de gobierno del PP; cuando Aznar lanza la idea del patriotismo constitucional, tomado directamente de Habermas, y descoloca al PSOE. El libro quiere explorar las raíces de este patriotismo constitucional, enfrentándolo al patriotismo español clásico y a los nacionalismos periféricos, en todas sus propuestas más o menos radicales.





















Analiza también el aura progresista de los nacionalismos periféricos que, para la izquierda, no son fachas aunque sean mucho más radicales, en su nacionalismo identitario, que la derecha española a la que se asocia con "el franquismo", cualquier cosa que eso signifique a estas alturas. En su conclusión, se nos dice que, aunque los Estados nación estén siendo superados por la interrelación global, el nacionalismo goza de excelente salud.



















Analiza el problema de las libertades y de la lengua en los nacionalismos periféricos a los que ve mucho más peligrosos que un posible renacer del nacionalismo esencialista español. Acusa a los nacionalismos de no ver al resto de España como socios sino como enemigos; no quieren ver los beneficios, no sólo económicos, de la unión aunque los intuyen, por eso no han dado el paso definitivo.










Critica a la izquierda española por su complacencia acrítica del nacionalismo y por su criminalización absurda de la derecha (la otra rueda de la bicicleta). Critica a la derecha por sus complejos a la hora de condenar el franquismo; no hay que olvidar que Elena es de izquierdas.











Critica el complejo de los nacionalistas españoles, para poner el acento en algo más que el utilitarismo economicista de la unidad, y a los nacionalistas por entender la nación de forma metafísica. En definitiva una obra recomendable para entrar en el problema de España y sus regiones.



















Desde mi punto de vista, es necesario un gran acuerdo nacional para valorar la Historia y el papel de España en relación con el mundo y con Europa; se debe recordar el estudio, muy serio, del patriotismo constitucional desarrollado por Jürgen Habermas en "Identidades Nacionales y Postnacionales" y en "Ensayos Políticos"; así como, volver a valorar nuestra ingenua apreciación de Europa y la desvalorización de las naciones hermanas de América, tal y como aparece en la obra de Gustavo Bueno "España Frente a Europa".

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