Durante un reciente viaje a Italia he visitado la ciudad de Florencia, y no he podido menos que preguntarme como es posible que, en una época tan concreta, nacieran en la ciudad tal cantidad de genios en las más diversas materias, desde el arte a la ciencia. Daba pasmo verlos, en efigie, en la plaza ante la galería Uffizi.
Como una cosa lleva a otra, me acordé de la parábola de los talentos; en ella se recuerda la necesidad de cultivar los talentos para que se desarrollen al máximo, de forma que dice al final: "porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará". Recuerdo como un profesor mío criticaba el talante acomodaticio de un farmacéutico de pueblo que prefería la tranquila, y productiva económicamente, vida en la farmacia a cultivar el mucho talento universitario que al parecer poseía.
Es curioso como la Biblia se introduce en conceptos tan modernos; la existencia de diversas inteligencias es tema de la obra del reciente premio Príncipe de Asturias Howard Gardner (Proyecto Zero).
En su libro "Estructuras de la Mente" se describen 8 tipos de inteligencia: lingüística, lógico–matemática, musical, espacial, cinestético–motriz o corporal, interpersonal, intrapersonal y naturalista.
Hasta ahora, se suponía que la cognición humana era unitaria y que era posible describir en forma adecuada a las personas como poseedoras de una única y cuantificable inteligencia. Pero la realidad es que existen por lo menos ocho inteligencias diferentes, cuantificadas por parámetros cuyo cumplimiento les da tal definición. Por ejemplo: tener una localización en el cerebro, poseer un sistema simbólico o representativo, ser observable en grupos especiales de la población tales como: "prodigios" y "tontos sabios" y tener una evolución característica propia.
La mayoría de los individuos poseen la totalidad de este espectro de inteligencias, cada una desarrollada de un modo y a un nivel particular, producto de la dotación biológica del individuo, de su interacción con el entorno y de la cultura imperante en su momento histórico. Todas ellas se combinan y se usan en diferentes grados, de manera personal y única.
Como una cosa lleva a otra, me acordé de la parábola de los talentos; en ella se recuerda la necesidad de cultivar los talentos para que se desarrollen al máximo, de forma que dice al final: "porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará". Recuerdo como un profesor mío criticaba el talante acomodaticio de un farmacéutico de pueblo que prefería la tranquila, y productiva económicamente, vida en la farmacia a cultivar el mucho talento universitario que al parecer poseía.
Es curioso como la Biblia se introduce en conceptos tan modernos; la existencia de diversas inteligencias es tema de la obra del reciente premio Príncipe de Asturias Howard Gardner (Proyecto Zero).
En su libro "Estructuras de la Mente" se describen 8 tipos de inteligencia: lingüística, lógico–matemática, musical, espacial, cinestético–motriz o corporal, interpersonal, intrapersonal y naturalista.
Hasta ahora, se suponía que la cognición humana era unitaria y que era posible describir en forma adecuada a las personas como poseedoras de una única y cuantificable inteligencia. Pero la realidad es que existen por lo menos ocho inteligencias diferentes, cuantificadas por parámetros cuyo cumplimiento les da tal definición. Por ejemplo: tener una localización en el cerebro, poseer un sistema simbólico o representativo, ser observable en grupos especiales de la población tales como: "prodigios" y "tontos sabios" y tener una evolución característica propia.
La mayoría de los individuos poseen la totalidad de este espectro de inteligencias, cada una desarrollada de un modo y a un nivel particular, producto de la dotación biológica del individuo, de su interacción con el entorno y de la cultura imperante en su momento histórico. Todas ellas se combinan y se usan en diferentes grados, de manera personal y única.
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