7 jun 2010

Inquisición









A pesar de los esfuerzos de la filosofía de la ciencia y de la teoría de la ciencia, hoy nos encontramos en un contexto en el que se utiliza la ciencia a la manera religiosa, como una ideología, de forma que la disensión va pareciendo inaceptable. Desde un punto de vista doctrinal, el desprestigio que sufrió la filosofía del primer positivismo no ha sido suficiente para curarnos de ese defecto.







Los políticos nadan, en el campo ideológico, como peces en el agua; aunque, eso sí, defendiendo en la mayoría de las situaciones sus intereses en materia de poder y dinero.
































Actualmente, la intransigencia y la ausencia de espíritu científico se manifiestan en un sin fin de materias, como por ejemplo el calentamiento global donde se están batiendo marcas.










Hace unos años hubo una propuesta, de un grupillo minoritario en el Senado de USA, para reprimir por ley a los que manifestaban públicamente su falta de fe en el calentamiento global por causas antropogénicas; esto era una vuelta de tuerca de la corrección política, el argumento utilizado era que, al opinar así, favorecían la inacción frente al problema; es decir lo que subjetivamente era un derecho objetivamente era un pecado.






















El año pasado, al Papa Benedicto XVI le hicieron boicot y no pudo dar unas conferencias en una universidad italiana, nadie se preocupó de recordar las enseñanzas de Wittgenstein en el sentido de que la religión no era materia antagónica de la ciencia sino otra cosa, un campo distinto al que, si no se sabe, es mejor dejar en paz.










Determinados cantamañanas como Dawkins han abandonado la investigación científica para dedicarse a atacar la religión, y eso a pesar de que se necesitan modelos evolutivos que sean algo más que hipótesis incompletas.




















Otras materias, como el origen del universo, no despiertan tantas controversias, a pesar de que es el problema científico más importante que existe, quizá como no ofrece beneficio a políticos y propagandistas, no mueve ánimos fuera del campo científico.


















"En cosmología física, la teoría del Big Bang o teoría de la gran explosión es un modelo científico que trata de explicar el origen del Universo y su desarrollo posterior a partir de una singularidad espaciotemporal. Técnicamente, se trata del concepto de expansión del Universo desde una singularidad primigenia, donde la expansión de éste se deduce de una colección de soluciones de las ecuaciones de la relatividad general, llamados modelos de Friedmann- Lemaître - Robertson - Walker. El término "Big Bang" se utiliza tanto para referirse específicamente al momento en el que se inició la expansión observable del Universo (cuantificada en la ley de Hubble), como en un sentido más general para referirse al paradigma cosmológico que explica el origen y la evolución del mismo".





























En una habitación, cuando la inquisición entra por la puerta, sale la ciencia por la ventana.

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