5 jun 2010

La perfección














Siempre me he preguntado, en mi ignorancia, si el envejecimiento era consecuencia de la acumulación de errores y defectos en la duplicación y réplica del DNA o si nuestra fecha de caducidad, la de cada uno, ya está impresa en nuestros genes.























Con el envejecimiento comienza una serie de procesos de deterioro paulatino de órganos y sus funciones asociadas. Muchas enfermedades, como ciertos tipos de demencia, enfermedades articulares, cardíacas y algunos tipos de cáncer han sido asociados al proceso de envejecimiento.
Por este motivo la investigación a nivel celular de ese proceso ha recibido especial atención. Uno de los hallazgos relevantes es que las células normales están programadas para un número determinado de rondas divisionales.




















Cada cromosoma posee en sus extremos una serie de secuencias altamente repetitivas y no codificantes denominadas telómeros. Debido al mecanismo de replicación del ADN de las células, los telómeros se van acortando con las sucesivas divisiones. Esto se ve atenuado por la existencia de una enzima llamada telomerasa que realiza la replicación telomérica.









Sin embargo, la actividad telomerasa funciona en células embrionarias, pero se inactiva en células somáticas, lo que conlleva un acortamiento progresivo de los telómeros cromosómicos; cuando el tamaño de los telómeros llega a un cierto nivel mínimo, se desencadenan mecanismos que conducen a la muerte celular.



















Por esta razón, el acortamiento telómerico se ha asociado con el proceso de envejecimiento celular. De esta forma, el largo de los telómeros representaría una especie de reloj genético que determinaría el tiempo de vida de las células.




















Así pues, los agentes externos como la radiación o la oxidación son complementarios de ese reloj genético, por lo menos esto es lo que se cree hoy en día.









Desde luego es una pena, pero somos seres imperfectos y finitos. No somos ángeles.

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